la españa de torrente HA concluido el plazo para presentar candidatos a dirigir la Academia del Cine y Torrente no se ha presentado. ¿Por qué? Porque Torrente no puede presentarse; no es español, aunque lo parezca. ¿Cómo va a a ser español un tipo que ha hecho cuatro veces lo mismo y cada una de las veces lo ha hecho mejor que la anterior y ha ganado más dinero que con la 'pajilla mental' precedente? ¿En qué cabeza cabe? ¿Cómo iba a nacer en España un profesional del cine que se permite el lujo de ganar más de 8 millones de euros solo en un fin de semana haciendo de su película la sexta más vista de todo el mundo en ese momento? Y la prueba del 9: de ninguna de las maneras puede ser español un cine que gana más dinero con la taquilla que con las subvenciones. Torrente es un fenómeno. Pero no un fenómeno cinematográfico, ni cultural ni social, Torrente es un fenómeno empresarial. Es más listo que el Fari y le da a los españoles la España que los españoles quieren ver. Por eso arrasa. ¿Cómo es la España que triunfa en la televisión? Cutre, soez, malencarada, chulesca, facha, patética, ramplona, grosera, pícara, creída, falaz, sensiblera, machista y futbolera. Esa es la España que impera y esa es la España que Torrente vende, convencido de que es la mejor receta para triunfar. Nadie como él sabe satisfacer las necesidades del público. ¿Queréis a Belén Esteban?, pues aquí tenéis a la Princesa del Pueblo. Al natural. ¿Os gusta Paquirrín?, pues pasad por taquilla y veréis a Kiko Rivera Pantoja haciendo del hijo de la Pantoja. ¿Os enfurece la imagen pendenciera de Kiko Matamoros?, pues ahí va. Tal cual. ¿Os pirráis por ver Cine de Barrio? Pues aquí está Tony Leblanc redivivo. Es lo mismo que hacían los estudios de Hollywood: si tengo a los personajes (Rita Hayworth, Cary Grant, Marilyn Monroe, Humphrey Bogart, Bette Davis, Gary Cooper, John Wayne...), el guión da lo mismo. La gente va ver una de... Si Torrente en persona dirigiera la academia del cine español, otro gallo le cantaría a un sector que una vez y otra y una vez más no llega a sintonizar con sus clientes y hasta da la impresión, a veces, de que los desprecia. Mejor les iría a unos profesionales a los que les preocupa mucho más su ego que las apetencias del público. Ganaría algo una industria que, en ocasiones, se comporta como un mero partido político, que no es sino la organización jerarquizada de personas que profesan la misma ideología y pretenden imponérsela a los demás. Aunque muchos cineastas piensen lo contrario, en España sí gusta el cine; incluso gusta el cine que no es español, como el cine americano y el cine de Torrente. Lo que no gusta ni aquí ni en el imperio austrohúngaro es que se rían de ti, que vivan a tu costa y, encima, si tienen la ocasión, te insulten. Las estadísticas confirman que los españoles casi pueden vivir sin cine español, pero aún está por ver cuánto tiempo seguirá viviendo el cine español sin los españoles. Afortunadamente, Torrente lo tiene claro. El cine es, primero, un espectáculo, después, un entretenimiento y, a continuación, un arte y hasta correa de transmisión de las ideas. Los genios de la cinematografía española -Buñuel, Berlanga, algo de J. A. Bardem, bastante de Saura, una pizca de Jaime de Armiñán, lo último de Rodrigo Cortés...- han hecho alegatos durísimos contra la guerra, contra la pena de muerte, contra la burguesía, contra la represión sexual, contra la teocracia y contra la miseria en general, y lo hicieron con arte, entreteniendo al público y de forma espectacular, con obras como 'Nazarín', 'Viridiana', 'El verdugo', 'Bienvenido Míster Marshall', 'La Vaquilla', 'Muerte de un ciclista', 'Los golfos', 'La caza', 'Mi querida señorita', 'Enterrado', etcétera. Como ellos, Torrente pinta en cada entrega un aguafuerte de esta España, por tantas cosas, atroz, y lo está haciendo con un arte que ya quisieran para sí casi todos los artistas. El trabajo de José Luis Torrente no sólo da vida al cine en España, sino que hasta le permite vivir, y parece que bastante bien, a su representante, esa tal Santiago Segura que nadie sabe bien a qué se dedica. |