COMPORTAMIENTO Hoy quiero comentaros ciertas acciones y comportamientos que los humanos, mantienen en algunas circunstancias. El caso que nos concierne hoy, hace referencia a lo inverso del sistema racional con el cual se nos diferencia de las demás especies. Había una vez, hace ya muchos años cuando no existía la seguridad pagada para salvaguardar las propiedades, una familia que para tal efecto, tenían la gran suerte de tener un perro, que aparte de servirles con total lealtad. Era el guardián incansable, sin otro afán que no fuere, recibir el cariño de quien disponían de su custodia y que de vez en cuando, para pagarle su total dedicación y entrega, le tiraban un mendrugo de pan. Este animal ejemplar, como todo en la vida, también le tocó envejecer. Y empezó a perder oído, olfato y hasta la vista y cuando necesitó, que le cuidaran, para morir en paz. Fue cuando una maquinación infernal, empezó a fraguarse a su alrededor. Una mañana al romper el alba, los que hasta ahora, le habían tenido, como su fiel servidor y amigo. Tomaron una cruel y nefasta decisión, que no era otra, que pegarle un tiro. De esta manera, decía uno de los componentes de la familia que se le acababa el sufrimiento. El cabeza de familia, tomó la escopeta al hombro y se dirigió camino de un río que había en un lugar escabroso, con el pensamiento firme, de si no podía pegarle un tiro, le tiraría al río. El tiro, no tubo valor para darle y optó por la segunda opción. Y cuando se disponía a tirarlo al agua, resbaló y cayó por el acantilado, quedando zambullido en el agua, con la particularidad, que no sabia nadar. El perro al ver que su amo, se debatía entre la vida y la muerte. Raudo y veloz, se lanzó a las turbulentas aguas y logró arrastrarle a la orilla, salvándole la vida, a costa de dejarse allí la suya. Fue el último servicio que prestó aquel viejo y noble animal. Os dejo la moraleja de este relato a vuestro vello albedrío, para que toméis vuestras propias conclusiones. Que paséis un buen día y los venideros también.
|