Alcollarín - Caceres

A lo lejos el sonido de la campana del reloj de la iglesia de Alcollarín alborotaba a las aves del cielo cuando tocaba dando las horas. Columnas de humos salían de las chimeneas de las cocinas, donde chisporroteaban los leños que calentaban a sus dueños, a calderos de agua y donde se hacia la olla de garbanzos y demás comidas diarias.

Las calles estaban empedradas y por ellas pasaban carros tirados por mulas; las gallinas picoteaban; algún perro suelto vagaba por los alrededores donde vivían sus amos; iluminadas por la luz rojiza del sol a punto de ocultarse, se veían mujeres que llevaban para suS casaS cantaros de agua sobre sus caderas y en su cabeza. Otras iban a los comercios a comprar dos pesetas de chicharro, con lo que se cenaba junto con tomates y cebollas cogidos en los huertos del río.

Yo enfile la calle larga que sale de la carretera y va hacia la plaza real y al altozano, en cuya primera esquina vivía “La Mariné” una buena mujer de la que se decía padecía una melancolía que la hizo encerrarse en vida en su casa. Nunca se la vio por el pueblo.

Enfrente estaba la casa de “Tío Gordito” que vivió con su mujer e hijos sordomudos, que fueron excelentes sastres. La casa fue sastrería, escuela de cagones y baile. Más arriba nos encontramos la casa donde vivió don Antonio López y familia, inolvidable maestro.

A media calle nos encontramos con la casa de “Tía Rita”, viuda de un terrateniente que fue dueño de la finca “El Tamboril” y después se arruinó y pasó la finca en poder de “Tío Pedrilla”. Rita Mayordomo, que así se llamaba, vivía con sus hijas, Laura y Juanita, que eran dos cojitas de poliomielitis. A pesar de los escasos medios económicos de que disponían, a Laura se le dio la carrera de maestra y a Juanita se la compró pasado los años un comercio, un pequeño Mercadona, donde se vendía de todo. Enfrente de la casa se encontraba el Ayuntamiento y la escuela nacional de niñas donde se colocó su hija Laura.

La escuela era un salón grande con ventanales que daban hacia la casa de “Tía Rita” y desde, donde con frecuencia se asomaba doña Laura para dar órdenes a su casa. Eran escuelas de pizarra y pizarrín, de frio y sabañones. Allí la única que tenía algo con que calentarse era doña Laura que la llevaban un brasero de su casa.

Al lado de la escuela, pared por medio, estaba el Ayuntamiento que era lo que se dice hoy “un multiuso”, pues en poco más de dos habitaciones se utilizaba para Ayuntamiento, cárcel, juzgado de paz en los tiempos en que “Tío Bernardino Casillas” fue juez y consulta del médico en los tiempos en el que don Rodrigo Cano Broncano, fue médico de Alcollarín. Tampoco había ni calefacción ni cuarto de baño, pero todo el mundo, con buena voluntad se apañó y no hubo discordias.

Un poco más arriba del Ayuntamiento nos encontrábamos con la Plaza Real, centro y alma del barrio donde se oía con frecuencia la trompeta de los pregones del aguacil o de “Tío Pedro Palomo”, y donde vivían “Tío Chinete” con su yerno “Tío Chicote” casado con su hija conocida por “Tía María Chineta”. También vivieron en esta plaza, Paca la que después casó con “El Vaquero”, “Tío Manuel el albañil” con su mujer Rita y sus últimos hijos: Paco y Angelita, “Tía Dionisia” y su hijo Ricardo, “Tio Gerardo” y su familia y “Tío Wenceslao” que fue en su día alcalde de Alcollarín, con su prole. Con el tiempo Aureliano puso su Tahona.
La familia Casillas (el que fue juez de Paz) vivía algo más arriba y en su casa se instaló la primera central telefónica que hubo en Alcollarín. En frente a su derecha estaba la casa de doña “Juana la médica” que vivía con tres de sus hijos: Rogelio, Nieves y Guadalupe, allí hubo una prensa de aceite que mucho después compró Aureliano, que la quitó y la convirtió en establo, y la casa la compró Adrián que fue alcalde de Alcollarín. Enfrente estaban David y Dolores. Un poco más arriba estaban “Tía Isabel” con su hija “Tía Santos” y sus nietos Felipe el herrador y Ventura que fue herrero, Anselmo "el cojo" y despues el lechuguero, tío miguel y tía concepción con su prole y mi familia.

Después de una tarde caliente de verano era costumbre que por las noches, después de cenar, nos sentábamos a la puerta de la casa de “Anselmo el cojo” y posteriormente cuando este murió, en la puerta de “Tía Ríta”, donde a veces se nos hacía rezar el Santo Rosario. Eran tiempos de reafirmación cristiana y por esta época era frecuente ver imágenes de santos que eran llevados de un hogar a otro. Allí en agradable tertulia se permanecía charlando u oyendo “radio andorra” hasta que la cálida noche se convertía en una noche más agradable, un poco más fresca, y entonces nos íbamos a dormir.

Estupendo relato, amigo Sisonero.Buenos recuerdos de aquellos tiempos,hace muchos años.
Repito estupendo y gracias por compartirlo con todos.
Un saludo.

Sisonero leyendo el relato me ha parecido que ha hecho una radiografía de hechos y gente de Alcollarin más cerca de los años cincuenta que de los sesenta, y es que leyendo me ha venido a la memoría alguién a la cual nombra que yo también recuerdo, hablo del mudo que era satre, bien que se me representa como llegaba a Abertura en bicicleta( creo que iba los domingos)muy bien vestido... por cierto fué el que hizo el traje de boda a un tío mio.
A quien si he buscado entre el personal que nombra y no he encontrado ha sido (creo no equivocarme) a tío Marceliano que era carretero, me acuerdo de verle trabajar en casa de mi abuelo que era herrero como iba a arreglar las ruedas de los carros.

saludos para tod@s

Después de mandar el mensaje he podido ver que se hace referencia a los vecinos de LA CALLE REAL, de ahí que haya muchos vecinos que no se nombren. ¡comprendido!

Hola amigo/a Berture@, como bien dices no has encontrado a tio Marceliano por era de la otra parte de la carretera.
Yo quiero decirte que tambien recuerdo mucho a tu abuelo cuando benian al taller de mi abuelo Marceliano.
Un saludo.

pues ya campeonveterano, viendo que compartimos recuerdos cariñosos hacia nuestros respectivos abuelos aprovecho para darte a ti un saludo más cordial.

Es buena idea, sisonero, la de hacer un estudio retrospectivo de esta importante calle de nuestro pueblo. Calle que, como todos sabéis, hasta la plaza se llama Real y su prolongación al Altozano está dedicada al ilustre extremeño Muñoz Torrero.
Romántica, bucólica y costumbrista las líneas que acompañan e introducen a la detallada descripción de cada una de las casas y familias que las ocupan u ocupaban, así como la de los edificios públicos que en ella se asientan. Esto nos deja recuerdo fiel y añoranzas del pasado, a los que tanto trasitamos por ella.
Abundando en tu escrito, debemos recordar aquí la Hermandad de Labradores, aledaña a la Casa Consistorial y de la que fue secretario muchos años tío Manuel "Chinete". Tambien mencionar la campanita que había sobre el tejado del Ayuntamiento, con la que se convocaba a junta o reunión a los concejales.
Un servidor, siempre ávido de las historias y costumbres de nuestro pueblo ha agradecido éste, al igual que lo haría con los escritos que nos hagan rememorar e incluso desvelar los aspectos mas o menos ocultos de nuestro pasado.
Gracias, sisonero, por ello y te animo a que continúes este "recorrido" por otras calles de Alcollarín.
Un afectuoso saludo.

Quiero felicitar a todo Alcollarín que espera con ilusión la festividad de "La Santa" y para esto os mando este escrito mio sobre "La calle real" que tanto recuerdo me trae.
Un saludo y todo mi cariño a todos vosotros.

Precioso relato
Buenos recuerdos de gente que pasarom por nuestras vidas de niños-jovenes