Reflexiones En una casita, en lo alto de una montaña, vivía hace tiempo una viejecita muy buena y cariñosa. Tenía el pelo blanco y la piel de su cara era tan clara como los rayos del sol. Estaba muy sola y un poco triste, porque nadie iba a visitarla. Lo único que poseía era un viejo baúl y la compañía de una arañita muy trabajadora, que siempre le acompañaba cuando tejía y hacía labores. La pequeña araña, conocía muy bien cuando la viejecita era feliz y cuando no. Desde muy pequeña la observaba y había aprendido tanto de ella que pensó que sería buena idea intentar que bajara al pueblo para hablar con los demás. Así aprenderían todo lo que ella podía enseñarles. Ella les enseñaría a ser valientes cuando estén solos, a ser fuertes para vencer los problemas de cada día y algo muy, muy importante a crear ilusiones, sueños, fantasías.
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