El comentario de Fray Josepho Aunque no puedo nombrar a cada una de ellas, quiero en estos pareados recordar a las veinticinco víctimas mortales de Iñaki de Juana Chaos. Con su mirada fúnebre y lobuna este asesino etarra mató a una. Y, sin pedir perdón siquiera a Dios, la odiosa sabandija mató a dos. Seguro que se fue a cenar después, tras haberse cargado al que hizo tres. Con una saña ciega e inhumana, mató a la cuarta víctima De Juana. No sé qué ensueño autóctono pretexta cuando mata a la quinta y a la sexta. Con enorme frialdad e impavidez se cargó a siete, a ocho, a nueve, a diez… Por odio mata –y porque le apetece– a las víctimas once, doce, trece… Tanto goza en matar, que no se harta ni cuando va por la decimocuarta. La lástima en sus ojos no se pinta al rematar a la decimoquinta. Y por Euskadi dice que comete el crimen dieciséis y el diecisiete. Seguro que brindó con calimocho después de asesinar a dieciocho. Se cargó, sin piedad ni pena alguna a diecinueve, veinte y veintiuna. Sin artificios mata, sin teatro… Veintidós, veintitrés y veinticuatro. Y mata y mata y mata, con ahínco, hasta llevar la muerte a veinticinco. Lo encierran, para ver si se reinserta, unos cuantos añitos. Luego, puerta. En el trullo, nos dejan boquiabiertos sus burlas a los vivos y a los muertos. Hace huelga de hambre –o, más bien, dieta– y se va este Gobierno de vareta. Mas nadie va al infierno, ni aun al limbo, con miel, jamón de York, café y pan Bimbo. Tanta contemplación y tanto tacto se deben, por supuesto, a que hay un pacto. Un proceso de paz que se sustenta en hacer que la ETA esté contenta. Y, así, saldrá a la calle esta alimaña riéndose de las víctimas de España. Esta es la paz que Zapatero auspicia: sin dignidad, memoria ni justicia.
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