Alcollarín - Caceres

Hoy me apetece hablar de una especie en alza en las urbes españolas (en unas más que en otras, es cierto). Se trata del pijus ibericus.

El pijus ibericus no es una especie cualquiera de lo que comunmente se denomina “pijo”. Un pijo puede ser alguien al que le guste vestir bien, normalmente con pasta para poder hacerlo, un buen coche, una buena casa, un buen trabajo, juega al pádel y/o al golf y tiene una familia quasi perfecta. No, no nos referimos a esa clase de pijo.

Nos encaminamos más bien hacia la versión devaluada del pijus ibericus. Algo así como un burro a un caballo, para que nos hagamos una idea.

Todos habéis visto a un ejemplar de pijus por las calles de vuestra ciudad. Son esos entes impersonales, que normalmente se mueven en manadas y que no sabemos si debido al roce, al camuflaje que utilizan o a qué, pero no hay dios que distinga a uno de otro. Vienen a ser como los chinos. Entre ellos se distinguen pero te ponen 2 delante y no sabes cuál es cuál.

Se les distingue de otras especies que suelen poblar la urbe y de las que ya hablaremos en otros capítulos fundamentalmente en tres cosas: la ropa, la forma de hablar y de andar, y su complejo de superioridad. Normalmente llevan ropa muy cara, que les han comprado sus padres (pertenecientes a la clase de pijus mencionada al principio de este artículo). Utilizan un lenguaje propio, dependiendo también de la ciudad en cuestión, aunque se asemeja cada vez más. El pijus no tiene fronteras. Se creía original de Madrid, ciudad en la que más prosperan, pero se han extendido como la espuma por toda España. Uno tarda en acostumbrarse un par de días a la jerga del pijus, pues es complicada, mal estructurada y se habla a un ritmo muy veloz, llegando casi a no vocalizar, lo que dificulta en exceso su aprendizaje.

El complejo de superioridad respecto al resto de especies de la urbe es un sentimiento interior muy poderoso que los eleva a la categoría de únicos dueños de la ciudad y su ritmo. Nada se mueve sin ellos. Las modas no avanzan, y cuando avanzan lo hacen porque ellos marcan las modas. Si un pijus madrileño se pone la camiseta al revés por error antes de ir a la universidad, al día siguiente en valencia 3 pijus harán lo mismo. No se sabe si es telepatía o como se comunican entre ellos, los expertos aún no se ponen de acuerdo.



El pijus en su hábitat natural: el hogar

Lo importante son los detalles. Fijémonos primeramente en la bandera pre-constitucional del pollito que el pijus muestra orgulloso en su habitación. Seguramente el pijus no tiene ni puñetera idea de lo que significa la bandera, más allá de lo que haya visto u oido a sus compañeros. Probablemente no entienda nada de política, ni sepa decirte si la guerra civil fue del 36 al 39 o después del mundial de Naranjito. Pero él exibe orgulloso su bandera. Justo al lado, por otra parte, de sus posesiones más preciadas, como son las cintas VHS de sus películas de dibujos animados preferidas. Quienes son Kubrick, Tarantino, Allen o Scorsese al lado de Walt Disney o Hannah Barbera. Don nadies.

Pasemos a comentar su vestimenta. En primer lugar hay que observar esa pose con esos morritos que parecen decir: “no hay nena que se me resista”. El polo guarda una mayor simbología. El número es para marcar, cada pijus tiene su número favorito. El que nos ocupa parece inclunarse por el número 1. Es un crack el tipo. El polo ha de ser, irremediablemente, dos o incluso tres tallas más pequeño de lo que sería aconsejable, para que marque bien al pijus y vaya bien apretadito. Diversos expertos insinúan que esto nace con una utilidad práctica, ya que los primeros pijus no tenían dinero suficiente para comprarse tanta ropa, así que la poca que tenían de marca, debían estirarla hasta el límite, lo que acabó creando moda entre los pijus y de ahí que los lleven 2 o 3 tallas más pequeños.

Pero héte aquí que esto no es todo.

Ahora nos encontramos al pijo en su lugar de vacaciones, Benidorm, lo cual afirma más fuertemente que el pijus madrileño no tiene playa … vaya vaya.

Otra vez más debemos fijarnos en los pequeños detalles:

Mirada de ‘ven que te voy a comer tol buyuyu en mi super yate mega fashion’. Ahora no intenta esa postura de morritos calientes, simplemente mira a la cámara con la seriedad y la seguridad de quien se sabe el más pijo de todos.
Manos al más puro estilo chico duro (como apunte, decir que lleva los mismos pantalones que en la foto hecha en su habitación… tan cuca ella…)

Descubrimiento!! El pijo quiere ser rapero… o al menos modernillo… si no fijaos en sus calzones azulito bebé y en la forma en que el pijo tira del pantalón hacia abajo con alevosía, premeditación y nocturnidad…

Se nota que a estos chicos en verano alguna pija le ha roto el corazón , pues ya no conserva su pose pijo duro, que tanto trabajo le había costado labrarse… ahora sus ojos denotan una chispa de tristeza….
¿Qué le pasará al pijo? ¿Su papá no ha cobrado la extra de verano? ¿Su moto de agua no es lo suficientemente ‘guapa’? ¿Alguna loba del levante ha pasado de él y se ha ido con un moderno? ¿Puede ser que esto haya influido en su decisión de hacerse malote y dejar entrever sus calzones azules?

Queremos saber más sobre él. Sin duda el pijus ibericus es un especímen del que nos falta aún demasiada información.
Suponemos que el tiempo y el estudio nos revelarán todas estas incógnitas.

jeje muy interesante caminante...muy interesante