Alcollarín - Caceres

La finca donde íbamos a cazar, era una dehesa, empotrada en medio de otras amplias dehesas. El suelo estaba cubierto por una extensa alfombra vegetal de flores y hierbas entre alcornoques y encinas y desde donde se divisaba una montaña con altísimos jarales, que determinaban la zona de “mancha”. Las “manchas” sirven de refugio a ciervos y jabalís. Estamos en el corazón de la Sierra de San Pedro y la población más inmediata está a 10 kilómetros, Puebla de Obando.

Cuando llegamos después del amanecer, había ya bastante gente, la mayoría forasteros y lo primero que me llamó la atención era el que casi todos estaban muy bien vestidos, con ropaje de mucho dinero, con sus cazadoras de ante o cuero, sus bonitos pantalones, sus botas camperas, sus airosos sombreros, sus cananas a la cintura y sus escopetas dobladas y abiertas colgadas en el brazo. Aquello se parecía más a un desfile de moda que a una montería.

Había una gran lumbre en medio del campo, donde se estaban haciendo dos grandes calderos de migas y había allí abundante cantidad de bebidas. La mañana estaba bastante fría, por lo que yo divise una botella de whisky y me serví un buen vaso sin rebajar. Sentí que me quemaba todo el gaznate y por un momento quedé rojo, congestionado. Pero pasó, y al rato me sentía bien.

Mientras se preparaban las migas y las gentes se daban algunos lingotazos de bebidas, se hablo mucho de caza. Por eso allí me entere que las cifras que se barajan en la caza de la región son apabullantes: Mas de 85.000 licencias, 25.000 millones de las antiguas pesetas de facturación, 3.259 cotos de caza…En total existe unos 260 cotos privados de caza mayor que ocupan 318.000 hectáreas. Se hablo también que el rey de la caza mayor es el jabalí que es especialista en burlar muchas veces al cazador-montero. Su olfato le hace ser el animal más listo del monte. Por ello la forma mejor de cazarlo es mediante la montería.

Al cabo de un rato de comerse las migas y hablar entre ellos, se hizo el sorteo de los puestos y todo el mundo se dirigió hacia la “mancha” de la dehesa donde se iba a dar la batalla.

Los ojeadores se colocan en una parte de la “mancha” a la que rodean ayudados por las “rehalas” de perros especialistas. En tanto los cazadores de escopetas, van a ocupar su puesto a la aparte contraria y allí esperan traidoramente a los jabalís o venados que ahuyentados y encaminados a ellos por las voces, palos de los ojeadores y sus perros, vienen al sitio de los puestos de los cazadores, donde son tiroteados.

Los que de verdad se divirtieron fueron algunos cazadores apostados en sus resguardos, con su botella de licor y su puro en la boca. Yo me encontraba muy bien allí, ¡Qué olor mas estupendo había a jara y romero! ¡Y qué bonito estaba el monte aquella mañana! Estaba disfrutando al máximo de la Naturaleza, hasta que sonó el primer tiro y vi caer las primeras piezas. A partir de aquí lo pase mal, muy mal, de forma que cuando a media mañana se dió un descanso para comer algo, me vine a la casa de la finca, donde una mujer que me conocía bien me dijo

-¿Pero qué haces Pedro a estas horas aquí y no estás con todo el mundo en la montería?.

-Me vengo ya porque soy incapaz de aguantar más el sonido de los tiros de las escopetas y la carnicería que están haciendo con estos pobres animalitos.

-Ya te dije yo que esto no era para ti, ya que tú no eres capaz de matar ni a una mosca, me respondió.

Y esto fue lo que ocurrió, aunque posteriormente comí una caldereta de cordero que hubo de comida del mediodía.

Hola Sisonero:

¡Con que te fuiste de MEDIA-monteria!. No te apuntas a los tiros pero al "güisqui".... con ese frio... Eso es lo malo, que algunos se pasan "combatiendo" el frio; y luego se les parece algun compañero un "poquino" jabalíN y hay accidentes... que los hay que tienen la vista cansá y el dedillo ágil, en fin esta es una actividad que mueve mucho dinero y permite disfrutar de la naturaleza y que se conserve gracias al rendimiento que dá esta afición, pero yo creo que al igual que tú, solo me apuntaria a la caldereta de cordero, siempre que no sea yo el que tenga que matar al corderito igual a un güisqui también siempre que no tenga que destilar la malta, bueno lo dejo que después me echaria una siesta... aunque tuviera que hacer yo la cama... como se ponen las cabezas, ¡chacho!.

Que tengas un buendia, bonito texto, gracias, Sisonero

Buenas noches, sisonero:
He pasado un agradable rato con la lectura de tu escrito, con las vivencias que tan bien plasmas, a pesar de que no comparto esa afición.
Jamás he cazado, a no ser unos cuuantos pajaritos, muy pocos, de joven, con la clásica escopetilla de postas. Eso sí, comerlos si que los he comido. ¡Añorados los que ponen por la Santa!!!
El comentario perfecto y preciso ya lo ha hecho él, el ínclito Perolo, con la gracia que le es habitual; por tanto, me abstengo de añadir nada más.
Lo que sí pido es un hueco para la caldereta. Que el campeonveterano, como buen aficionado, ponga la caza; yo aporto las hortalizas.

¡Ah! El libro de la Historia de Alcollarín, que compré este verano, está esperando en casa de Loli para ser dedicado por el autor. Adme ese favor cuando vayas por el pueblo.

Un afectuoso saludo.

Ahora me explico tu tardanza en aparecer por aquí, pues te has marchado de montería a una de esas bonitas dehesas extremeñas, sembradas de alcornoques y encinas, de romeros y jaras.¡Me alegro mucho!

He leido tu libro que está muy bien trabajado, documentado y presentado en cuanto la historia antigua y de la parte contemporánea es muy espontánea. Te felicito.



Saludos.

Sisonero,tu relato magistral,nos haces vivir con intensidad un dia de monteria
Lo que no entiendo es como vas a una cosa que no te gusta y lo pasas mal
BUENO, una experiencia y ya sabes que lo tuyo son otras cosas.La lectura, el cine, la investigación, bucear por internet y escribir
Un saludo