Alcollarín - Caceres

Se dice que hace unos cuatro mil años antes de Cristo, la mujer tuvo una consideración superior al hombre (matriarcado), basado principalmente a que la mujer era conocedora de ser la madre de sus hijos y los padres no lo podían saber con certeza. La madre se dedicaba a la agricultura y los hijos a la caza y a la pesca, con lo que formaban un grupo económico y de poder dominante.

Posteriormente en la antigua Grecia y Roma anterior al cristianismo, la mujer tuvo un trato (casi como el de un esclavo) y un poder inferior al hombre, debido a que este era el dueño de las riquezas y posesiones debidas a su trabajo.

Se dice que las primeras seguidoras de Jesucristo fueron mujeres galileas entre las que sobresalió, sobre todo María Magdalena. Fue durante en el primer siglo después de Cristo, cuando aparece el primer movimiento de liberación de la mujer, donde para los cristianos, eran igual la mujer al hombre (todos somos hijos del mismo Dios) y estas pueden decidir no casarse y vivir en castidad, cosa incomprensible para las familias romanas de aquellos tiempos.

La revolución francesa discrimino y olvido los derechos de la mujer que culmino en el Código Civil napoleónico (1804), donde se negó a las mujeres los derechos civiles reconocidos para los hombres durante el período revolucionario (igualdad jurídica, derecho de propiedad...), e impuso unas leyes discriminatorias, según las cuales el hogar era definido como el ámbito exclusivo de la actuación femenina.

En la actualidad el hombre y la mujer tienen igual consideración. Hombres y mujeres son iguales, ni uno ni otro es superior o inferior en cuanto a dignidad, derechos, inteligencia, capacidad y calidad como ser humano, pero hay diferencias entre ellos y hasta los niños desde pequeños saben que su papá es un hombre y su mamá es una mujer. Son distintos físicamente, hormonalmente y genéticamente.

Los tiempos han cambiado. Antes estábamos los muchachos por un lado y las muchachitas por el otro hasta que uno de nosotros sacábamos a bailar a una mujer e intentábamos conquistarla. Hoy día es al revés y las hay que abordan e intentan coger la delantera al hombre y conquistarle. Es lo que se conoce como “igualdad de sexos” con resultados dispares ya que al hombre le puede gustar esto en un principio, pero a la larga siguen prefiriendo al otro tipo de mujer, no nos olvidemos que ellos fueron cazadores natos y de esta manera pierden su poder de machos. Un poder innato que han conservado por siglos.

Ni genética, ni mental y mucho menos físicamente, podemos hablar de igualdad de los sexos. Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro cerebro tienen estructuras y funcionamientos diferentes en la que intervienen factores físicos, genéticos y hormonales que diferencian al hombre de la mujer. Pero las diferencias que hay son esenciales y complementarias entre los dos sexos y contribuyen al desarrollo de la sociedad.

Tanto las igualdades como las diferencias son hechos incuestionables, de forma que la relación entre hombres y mujeres deben ser de armonía, de complementariedad, más que de competencia o antagonismos entre ellos.

He encontrado este vídeo sobre uno de los matriarcados existentes.
Es una forma de vida.
Que cada uno después de visto saque sus consecuencias, al respecto.