Ahigal - Caceres

Con tres días de adelanto, ya que fue el sábado en lugar del martes, volvimos a asistir a una de las tradiciones que se resisten a morir. Me refiero a la que hacen los quintos, bajo la tutela de su patrono San Blas. Hubo misa, procesión, pedida de chorizos y muchos cohetes desde las vísperas. La verdad es que había pocos quintos, pero la calidad aquí supera a la cantidad y los muchachos supieron estar a la altura de las circunstancias.

Hay muchos que opinan que la fiesta de los quintos ya no tiene sentido, puesto que los muchachos no tienen mili que cumplir. La mili, aparte de una payasada que nos vimos obligados a cumplir, constituía un trauma para muchos de nuestros paisanos. Sin embargo, el ser quinto era otra cosa muy distinta.

El hecho de ser quinto ha constituido en Ahigal un rito de paso, todo un conglomerado de actos que marcaban el salto de una etapa de la vida a otra. El quinto mataba el guarrapo de la familia, el quinto podía fumar delante de su padre y el quinto, indudablemente, servía de salvaguardia de las mozas del pueblo. Basta recordar el cobro del piso y otras imposiciones que alejaban al forastero de la soltera local. El quinto tocaba la campana para alejar la tormenta y para avisar de la llegada de las cigüeñas, embajadoras del buen tiempo. El quinto ya era un hombre que velaba por el bien de nuestro pueblo.

Y el quinto rondaba a su novia, y ella dirigía sus cantos cuando marchaba a la mili. Ahigal conserva muchas canciones de rondas en las que el quinto “llora” en vísperas de marchar al servicio:

Los quintos cuando se van
se dicen unos a otros:
Mi novia me esperará
hasta que le salga otro.

Los quintos cuando se van
a sus novias les encargan
que no se dejen meter
las manos pa las senaguas.

Aunque el que no tiene novia deja entrever una “supuesta” euforia, también en sus cantinelas:

A Melilla yo me voy
a por una melillana,
que las mozas de este pueblo
son como yeguas serranas.

Es cierto que hoy han desaparecido muchas costumbres de los quintos: los gallos, las corroblas navideñas, el cobro del piso... Pero no es menos cierto que estos muchachos que hoy son quintos han expuesto en público su hombría y con su bien hacer han demostrado que ya no son esos muchachos que a los mayores no siguen pareciendo. Ellos han cumplido con su rito de paso y han dejado claro que ya son unos hombres hechos y derechos, y que todos los ahigaleños debemos contar con ellos, para bien o para mal.

Pues nada, felicidades a los quintos y a las quintas. Y que San Blas, el patrón, os eche una mano en la vida, y no precisamente al cuello.

Yo asé la manteca.

está ay ahora yo asé la manteca

En algunas ocasiones, no debiéramos generalizar con tanta alegría sobre determinados temas, sin sopesar todo.

Posiblemente para muchos, la mili, no sólo fue un trauma, sino la pérdida de todo un tiempo que se fue, para nunca más volver .(Como la canción) Pérdida en lo laboral, estudios, etc, etc...Pero para otros muchos, resultó una experiencia muy positiva. Por un lado, les sirvió, para salir del pueblo , librarse del contínuo trabajo del campo de sol a sol,conocer y convivir con personas de otras partes de España, compartir otros valores...y por otro lado , muchos analfabetos tuvieron la oportunidad de aprender las materias básicas , para poderse comunicar por escrito con sus familiares y amigos. Para muchos,se abrieron nuevas "fronteras" y se dieron cuenta que el mundo no se acababa en la Cruz de Palo o en los límites con Santibáñez. Fue un despertar hacia lo desconocido y no sólo eso, sino todo un recuerdo imborrable y gratificante para contar en muchas ocasiones en cualquier tipo de reunión que se prestase.

Saludos