Ahigal - Caceres

Una cosa es que yo sea tonto y otra... Te preguntarás: ¿a qué viene esto? Pues allá va la explicación.
El pasado domingo este servidor de ustedes, Yo asé la manteca, estaba pegándose unos viajes en la cantina del Pensionista. Y entre viaje y viaje, me acerqué a leer un papel pagado en la pared. Paso de repasar periódicos, porque siempre cuentan lo mismo, y me inclino por los anuncios panfletarios de fiestas y de festejos, que también suelen decir o acabar con la frase de rigor: “se da de comer, y gratis”.
El anuncio en esta ocasión avisaba de unas jornadas ganaderas organizadas desde la mancomunidad y que se van a desarrollar por distintos pueblos, Ahigal entre ellos. La programación de cada día se cierra con el broche de oro: “degustación de ternera”. Ni que señalar debo que a este tonto con la lectura de la pepitoria terneril se le estaba haciendo la boca agua y que la baba le caía sobre la pechera y las pantorrillas. ¡Cuatro días engrasando el gualguero con pepitoria vacuna!
Cuando yo estaba ensimismado frente al panfleto y soñando con la cazuela que me aguarda la próxima semana, he aquí que se me presenta el aguafiestas de turno.
-¿Qué hace el tonto?
-Pues este tonto -le dije- está pensando en el hartón que nos aguarda a los ganaderos la próxima semana.
Y el aguafiestas que no se calló:
-Mira tonto, que tú no eres ganadero y no tienes que ir. Porque si tú vas, los que somos ganaderos tocamos a menos parte en el convite.
¡Ahí lo esperaba yo¡ Le recordé, por si no se había enterado, que tengo un gato capón y tres gallinas. ¿Acaso no es eso ganado? Y le dije que tengo una buena granja equina: nada más y nada menos que setenta caballos en el tractor.
A vosotros, que sois más inteligentes que el aguafiestas, os pregunto: ¿Soy o no soy ganadero? ¿Tengo o no tengo derecho a comer ternera?
La verdad es que no me explico las triquiñuelas que hacen algunos para querer llenar el papo ellos solos. ¡Mira que decirme un aguafiestas que yo no soy ganadero!
Y de paso, no estaría mal que el ayuntamiento de Ahigal aprendiera y que al menos una vez por semana tuviera la delicadeza de ofrecernos un festejo culinario. Quizás de esa manera acabaría aborreciendo la carne algún que otro tragaldabas, como el aguafiestas que me topé en la cantina del Pensionista.
Un saludo de este ganadero, que es tonto y, sobre todo, un servidor de ustedes.
“Yo asé la manteca”.

uhmmmmmmmmmmm ¿jugando al despiste???

Hola.
En primer lugar, agradecer de crear y mantener un foro tan variopinto.Realmente es reconfortable poder leer opiniones sin tapujos, tener una zona de libre expresión, donde puedan comentarse aspectos de vuestro Ahigal;aunque yo no sea de dicho pueblo.
Si se me permite dar mi opinión acerca de lo que expongais.Dicho esto,decirte "Yo asé la manteca" que desconozco esa revista que nombrais,puesto que no vivo en en Ahigal; pero como hoy tengo un día tonto, me apetece decirte que: tanta tontez me confunde.Claro,supongo que tendrás derecho ¡ digo yo! a comer ternera y, a decir: dame chicha y llamamé tonto; o, a lidiar el toro trotón cascabelero, a la vera del rio, ¡ tontuelo!!
Mira tú, que hasta me inspiras.

un saludo

Pues, ¡hola!
No sabes cuánto te agradezco que me reconozcas el derecho a hincar el colmillo en el guiso terneril. La verdad es que ya me había hecho a la idea de conformarme con chupar un pizarrín mientras otros ejercitaban el papo con el glu-glu-glu. Me gustaría que vinieras conmigo, que seguramente algo te tocará. Y si nos ponen en la calle, cuenta que te daré para que lamas el hueso de pollo que guardo en el bolsillo. Lo suelo untar con la manteca que aso, así que, ya sabes, quizás no alimente mucho, pero lustroso si que está un rato largo. No debes llamar miseria al que da lo que tiene, en este caso una osamenta avícola, que yo ensalivo de vez en cuando para engañar el hambre.
Y a otra cosa, mariposa, porque ir pegando saltos es lo que mola a este servidor, Yo asé la manteca, ya que siente debilidad por libar aquí y acullá. ¿Preguntas por la Revista de Ahigal? Pues trataré de explicarte lo poco que puede hacer la sesera de este asador de manteca.
En este momento tengo en las manos el número 35. Si hacemos la cuenta que se edita cada cuatro meses, nos encontramos que viene publicándose desde nueve años atrás. Lleva por título el nombre de Ahigal. Hace unos días aparecía en el periódico una reseña del corresponsal Félix Barroso, de la que entresaco estas líneas: “Tanto en esta última revista, como en la que sigue publicándose en Ahigal, aparecen enjundiosos artículos sobre historia, costumbres, actos socioculturales, facetas agropecuarias, actividades varias..., lo que suscita el vivo interés de sus vecinos”.
Lo que se destaca en esta revista, y este tonto participa de esa idea, son los artículos de fondo o investigación, que haberlos los hay, por más que algunos, y las pruebas saltan a la vista, únicamente tienen a bien detenerse en los de opinión, mirándolos por derecho y por revés.
Tengo en mi poder los 35 números publicados y puedo decir en verdad, porque la verdad es un dogma en los tontos como yo, que esta revista hace gala de una total independencia. ¿Alguien piensa que si no fuera independiente iba a aguantar los años que lleva? ¿Alguien piensa que si no fuera independiente iba a llevarse palos de un lado y de otro? Es decir: que los que hoy ensalzan a los que escriben porque creen que van en su línea, mañana los vilipendian, porque descubren que también van en la línea opuesta. Que yo sepa, aunque la tontuna quizás me impida saber demasiado, nadie se valió de la revista para encaramarse a cargos políticos, ni tan siquiera a escala local.
Tengo idea de que la revista Ahigal comenzó a publicarse en 1980 ó 1981, ¡hace casi treinta años!, y desde entonces ha venido saliendo de manera ininterrumpida. Por aquella fechas se hacía en fotocopias, y yo, afortunadamente, guardo algún ejemplar de los últimos números de aquella primera época. ¡Es una delicia el leerlos!
Después de tantos años contra viento y marea creo que esta revista de Ahigal se defiende por sí sola. Así que no considero que “Yo asé la manteca” deba de convertirse en un valedor de la misma.
Laotra, ¿he satisfecho tu curiosidad?
Un saludo para todos.
“Yo asé la manteca”.

mientras la inmensa mayoría de Ahigaleños se preocupan cuando volverá a guisarse una ternera en la plaza (algunos en feria repitieron hasta cuatro veces y no era Tedorín) una decena se preocupan que cada tres meses este en la calle un nuevo numero de esta histórica revista, por lo que creo que quienes critican los contenidos deberían cerrar la boca, pues no es una revista pagada por los ciudadanos, es una revista pagada por cada vez menos socios que subvencionamos los estupendos artículos que nos deleitan (aunque hay ciertos columnistas que cero que deberían de no ser tan asiduos, para darle comba a otros que seguro que estarían encantados de escribir). la moda es criticar y criticar y seguro que muchos de vosotros que lo hacéis ni siquiera la habéis leído. Ni a Justa ni Jose María,Justo,Gonzalo... cobran un duro, son auténticos historiadores, que nos ponen en bandeja tradiciones, historias, relatos y nos recuerdan a personajes ilustres.

Sin la iniciativa de LOS AMIGOS DE AHIGAL que llevan mas de 30 años en la lucha, (grupos folcloricos, comedias, concursos poéticos, boletines...) este pueblo sería aun mas zoquete, e inculto. Solo nos preocupamos de izquierdas y derechas, de terneras, comilonas de cooperativas y grupos, de décadas de peloteo a médicos y curas.

Os doy un consejo, gastaros la perras e invertid en cultura y dejaros de tanto bobeo de olivos y vacas.

un saludo

Me doy por satisfecha con la aclaración del mantecas,pero la invitación de la osamenta avícola,me cae como un "dinosaurio" dificíl de ingerir. Gracias mantecas, el que dá lo que tiene no se le puede pedir más;aunque yo sea de mejor diente.dicho esto, por mi parte termina la conversación.

Ánimo con vuestra sevista,pues ya sabeis que la guerra que no se gana es la que no se empieza.
un saludo.

Ya sé que en todas partes "cuecen habas". Pero no sé por qué siempre en Ahigal, se tiene la gran manía de llamar tragones a las personas que suelen repetir comida cuando hay alguna celebración fuera de lo estrictamente familiar. Es posible que a estos buenos comedores se les ha olvidado los buenos consejos que recibieron en su infancia, pues desde pequeños , nos educan y nos repiten hasta la saciedad que seamos comedidos, y que nunca nos quedemos a comer el último cuando nos invitan en casa ajena, o si se come de un plato común puesto en medio de la mesa, cojamos el trozo que está más próximo y no el de la otra punta , aunque nos resulte más grande y apetitoso.Pero también es el COLMO de la mala suerte que se tenga al lado a toda una legión de "fotógrafos" siempre dispuestos a enfocar el visor y a disparar el flash ,para inmortalizar ese momento en el que esos "estómagos agradecidos" alargan el brazo y mueven sin cesar la mandíbula,triturando lo que han llevado a la boca, sin percatarse que son objetos de todo un reportaje fotográfico.

Si al exceso en el comer lo llamamos GULA, ¿cómo llamaríamos a la acción de los "vigilantes" gratuitos hacia las personas que la practican?

Saludos

Safardi, pero es que una cosa es repetir que estamos en todo nuestro derecho y otra muy diferente salir de casa sin cenar para luego ponerse hasta arriba de carne gratis, yo fui testigo de un par que se me revolvía el estomago y antes de terminar de comerse su rica ración ya estaban apresurándose para volver a la inmensa cola, seguro que si hubieran pedido un euro para el retablo que tanta falta hace recaudar, no habían pasado ni una cuarta parte, por eso insisto con mi tesis de llamar tragalones, avariciosos, tragaldabas, 'estragantaos' y me quedo corto, bonito tour, la ternera, el cristo, el grupo. que as-co de gente.

De los remedios, entiendo y comprendo lo que me dices, pero...La idea de que toda vida es cuestionable, de que toda percepción puede ser engañosa, de que todo juicio puede rebatirse, de que toda afirmación que parece objetiva encierra una parte secreta de arbitrariedad,dicha idea corre por el mundo desde que el pensamiento dejó sus primeras huellas.

Saludos

ALTO!!


Salvo que esté equivocado. La mancomunidad es de municipios, por lo tanto, entre todos los ayuntamientos pertenecientes, pagaron la fiesta, estos sacan el dinero de los impuestos, que los pagamos nosotr@s, trabajando y doblando el espinazo, por lo que hemos pagado el convite por adelantado.

¿Es mejor tirar kilos y kilos de comida por eso de guardar las buenas maneras?

¿Pretendemos tener unos "cuerpos serranos" enseñando por los ojos al cuerpo lo que es comida?

¿Qué?


Por demás decir, dónde está la medida de hasta aquí puedes comer, pues algun@s comemos más que otr@s, e insisto, que salvo estar equivocado, ya hemos pagado la fiesta por adelantado


Salud (¡
Buen provecho!)

evidentemente compañero 'Korpanoff', como siempre dando tu toque de coherencia. Quizás por esa razón al saber que ya hemos pagado el convite intentamos recuperar ese dinero, afloramos la gula, la avaricia y comemos para recuperar la inversión no por pasar un rato agradable en compañía y a la ver degustando una rica ración de ternera.
En auna ocasión vi salir de la cooperativa del Cristo a una señora con un plato en cada mano de chorizo y queso, a los diez minutos vuelve a la carga y sigue engullendo, resulta que esa persona en este caso no había financiado nada pues era socia del grupo ' san Jose obrero'.
Pues eso que lo valiente no quita lo cortes.

Un saludo paisanos.

Ya dijo Hamlet, en la obra de William Shakespeare: “Ser o no ser, esa es la cuestión”. Y yo parafraseando al escritor digo: “Comer o no comer, esa es la cuestión”.

El que una persona nos ofrezca cada día o de vez en cuando un papeo de su propio peculio, allá él y sus consecuencias. Porque lo más seguro, como se dice en Ahigal, es que le coman la merienda y le acaben cagando en el morral.

Pero cuando una institución política, como es un ayuntamiento o una mancomunidad, en este caso el ayuntamiento de Ahigal y la mancomunidad de las Tierras de Granadilla, hacen lo propio, el cantar es otro muy distinto. Y lo curioso del caso es que ni ésta ni aquel han olvidado el organizar algo en lo que el llenar el estómago no prime sobre otras actividades. Esto es lo que responde al slogan romano de “Pan y circo”, aunque en los casos que nos ocupan el circo sea escaso y el pan supere en cantidad al de la multiplicación del Evangelio.

Lo malo de todo es que estos comportamientos, que nos retrotraen a la ya superada beneficiencia, denotan una falta de imaginación y de desconocimiento de los valores que hay que potenciar en nuestros pueblos. Y, al mismo tiempo, nos dan a entender que entre las prioridades la que ocupa el primer lugar es sin duda la de la cazuela.

Es cierto que Ahigal no tiene la mínima necesidad. El alumbrado público es una maravilla y hasta nos permitimos el lujo de mantener bombillas de colorines colgadas del verano a Navidad y de Navidad al verano. El asfaltado de las calles es la envidia de los propios habitantes de la Tierra de Jauja. Los caminos, salvo míseras excepciones, pueden hacerse en patinetes. Las fuentes constituyen un primor. Y así lo demás. De modo que como todo está hecho y las arcas municipales están llenas, que venga el gato al plato.

Y de la mancomunidad se podría decir otro tanto. Basta con acercarse a la fiesta que organizan con objeto reforzar la conciencia comarcal para sentir pena. A los actos socioculturales, que dejan mucho que desear, acuden cuatro pelagatos (y quizás exagero) pero llegando la hora del condumio los comensales nadie sabe de dónde salen, pero podrían formar una fila que llegara del Legío a la Cruz de Palo, con vuelta incluida.

Yo y otros muchos como yo, que ni hacemos fila ni comemos, no desearíamos pagar los impuestos para cocerlos en un perol.

Este verano por San Roque estuve en Cerezo y hubo comida en la plaza. ¿La pagó el ayuntamiento? Pues no. Todo el mundo se rascó la cartera y soltó los seis euros de rigor. Y todos comimos en reunión, en un ambiente de camaradería. Fue una auténtica convivencia y fue un ejemplo que en Ahigal no nos interesa tomar en cuenta.

En contra de lo que vi en Cerezo, en Ahigal seguimos en nuestras treces y, aunque sea tarde, no dudo que llegará el día en que, como dije al principio, nos demos cuenta que nos están comiendo la merienda y cagando en el morral.

Es la opinión de un tonto, y quizás por ello no debe tenerse muy en cuenta, aunque muchas veces los sentires de un tonto, como me decía mi abuelo, son palabra de Dios.

“Yo asé la manteca”

ya lo dijo el paisano 'Tedorim', después de entrar en el bar Cáceres oliendo a sardinas,
le pregunta uno:
-teo, ¿cuantas sardinas te has comido?; Tedoriín le contestó.
-13.
-¡miralo' como sabe contar para lo que le tiene cuenta, ¡que poco bobo esát¡
A lo que este le respondió;

-estoy bobo, pero cobro.



amen

Leyendo lo que has escrito de los remedios, he recordado una historia de "locos" que leí ya hace un tiempo y decía que hoy en día, tras largos rodeos, se ha convertido también en un número de circo.

La acción ocurre por la noche, cerca de una farola.Un hombre está a cuatro patas, la nariz cerca del suelo, y parece estar buscando algo.

Otro hombre le pregunta:

-¿Qué buscas?

-Busco mi llave.

-¿Has perdido tu llave?

-Sí.

-¿Y la has perdido aquí?

-No.

-Pero, entonces, si la has perdido en otro sitio, ¿por qué la buscas aquí?

-Porque aquí es donde hay luz.

Saludos

Pues a mí el relato de Safardi me recuerda una anécdota ocurrida en Ahigal y que tuvo por marco las proximidades de la casa del cura, concretamente las “Escalaveras”. Resulta que el párroco se percató de una luz que se movía casi a ras del suelo por aquella diminuta calle. Hasta allí se acercó y vio que un paisano, y no precisamente afincado en aquella zona de Ahigal, andaba a gatas con un candil colgado de la boca.

Don Francisco, que así se llamaba el cura, se dirigió al Sherlock Holmes paleto para preguntarle que cómo es que andaba husmeando de tal manera. Y ésta fue la respuesta del paisano del candil:

-Señor cura, estoy buscando la vergüenza que la otra noche perdió la mi mujer en las Escalaveras con un señorito.

Las crónicas no cuenta cómo se le quedó la cara al bueno de don Francisco, que en gloria esté y al que yo no conocí. Parece ser que este don Francisco sucedió por varios años a don Simón, antes de que por estos lares pisara don Amancio, quien me acristianó y del que recibí algún que otro pescozón.

Don Simón debió ser todo un señor cura, al que desgraciadamente hemos olvidado. Pero su recuerdo, por lo que he oído, me removió el alma cuando, en el verano del pasado año acudí a Roturas de Cabañas, un pueblo de las Villuercas, a donde me llevó un colega de Plasencia tan tonto como yo y por cuyas venas sigue corriendo sangre republicana. Fue el día en que se excavó la fosa de Ino, un hombre que murió por aquel lugar luchando con la guerrilla antifranquista.

Este guerrillero fue enterrado a la misma puerta del cementerio para que su cuerpo fuera pisado por todo el que entrara y saliera. Esto ocurrió en 1945 y diez años más tarde a una mujer de Roturas, con fama de comunista, la sepultaron sobre el cadáver del guerrillero para que, como él, recibiera el mismo castigo.

¿Y por qué me recuerda esto a don Simón, el cura de Ahigal? Pues por la sencilla razón de que él pidió a la hora de su muerte el ser enterrado también a la puerta del cementerio para que todos los ahigaleños durante generaciones pusieran las plantas sobre su cadáver. Y su último deseo se cumplió. Una cruz frente a la entrada, que todos los de mi generación y de las siguientes besábamos al llegar al camposanto, conmemoraba a este buen cura, que fue humilde hasta para elegir sepultura.

La cruz fue arrancada hace años, y con la desaparición de aquel símbolo sumieron en el olvido una historia que casi es leyenda. No estaría mal que una cruz o una placa rememorara, aunque sólo fuera eso, el nombre de don Simón. Pero me temo, como acostumbra a suceder en nuestro pueblo de Ahigal, que no se le haga caso a la propuesta de un tonto, cuando tampoco suele hacerse a las sugerencias de los listos.

Perdonad las divagaciones de este asador de manteca, tonto donde los haya, que empezó hablando de un candil, siguió con la memoria histórica y pide que la historia de uno de nuestros curas se haga eterna memoria.

Yo asé la manteca.

¡Cuánto ha cambiado la "inquietud" de nuestros jerarcas de la Iglesia!Es indignante leer, escuchar, cómo se manifiestan en contra de la investigación de las células madre para ayudar a vencer enfermedades y permanecen mudos ante casos de injusticia social, tradiciones ancestrales, como lapidaciones tan frecuentes en África etc.

Es por todo ello, que lo que cuentas del cura Don Simón de Ahigal,"yo asé la manteca" resulte de una calidad humana extraordinaria y debiera servir como ejemplo de humanismo a las generaciones actuales y futuras.Se merece algo más que una placa recordatoria.

Saludos