El misterio de las lineas de Nazca Érase una vez un niño llamado Fabio al cual cada noche su madre le explicaba un cuento, o historias de algunos países en nada semejantes al nuestro. Su madre, ávida lectora de biografías, periódicos y de revistas de viajes, había fomentado en el niño la pasión por la lectura, hasta el punto que hicieron un pacto: todas las noches alternativamente cada uno explicaría un “cuento”. Era la noche del 23 de diciembre de 2009, leía su madre y le explicaba el fenómeno acaecido en Perú, en pleno desierto, donde descubrieron unas líneas marcadas en la arena, “las líneas de Nazca”. En unos 500 km cuadrados aparecían dibujos sólo vistos desde el cielo, figuras de animales perfectamente reconocibles. - Mamá, si los que hicieron esos dibujos, los Nazcas, murieron hace tanto tiempo, ¿dices que no habían aviones? - No, pero puede que tuvieran algo para poder volar. - Y los dibujos sólo se veían desde el cielo ¿no? - Efectivamente. - ¿Cómo pudieron hacerlos si no los veían? ¿no sabían si estaba bien o mal su dibujo? - Pues sí… - la madre sonrió- ¡Un verdadero misterio!. - El niño se quedó meditando entre las mantas y la madre aprovechó y besó sus mejillas- buenas noches cariño. - Al día siguiente, la madre fue a comprar La Vanguardia, y mientras pagaba, su mirada se paró en una columna… con el titular: “Las líneas del Nazca, ¿mensaje de Navidad?”. Buscó ansiosamente la página sentada en un banco próximo y leyó: “Los vientos o la naturaleza han modificado los dibujos famosos, [...] los expertos coinciden en que hay un bebé descansando en una cuna de paja, sonriente. Miró la foto aérea. - Súbitamente, ella, tampoco podía dejar de sonreír…
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