Abertura - Caceres

Lento van muriendo aquellos espacios dentro de mi,
desangrando la felicidad en leve sollozo,
convulsionando aferrándose con angustia a recuerdos,
esos que lentos evolucionan dentro de la memoria.

Ya tu risa ha perdido el sonido,
como tu palabra se extravía
en los huecos de un olvido que a fuerza llega,
en distancias y desvelos, posándose conmigo,
intento inventarte un poema,
rasgando una triste prosa,
aquella que en alas tristes de cansada mariposa
intenta un vuelo sobre mi azul rosa.

Ordeno a mi llanto resguardarse en silencios y soledad,
disfrazando a ratos mi mirada de una inventada felicidad,
los glaciares del destino se han roto por dentro,
siento frío, tengo miedo,
recorro oscuros caminos, ya no estás.

Hoy mi poesía es un lamento incongruente,
letanías de preguntas que no encuentran respuesta,
puertas cerradas dentro de mi conciencia,
una impaciencia que lame mi espalda,
manos temblorosas buscando letras,
y mi voz casi en silencio tararea
una canción de dolor.

Nadie lo entiende, ni imploro más compasión,
tan solo es el latir de mi corazón
que cobrará la vida en esperanzas,
esperar al final del camino,
quizás ahí encontrarte,
tomarte en un abrazo y al oído poder susurrarte
que nunca pudieron de mi corazón arrancarte,
que eras mío, naciste dentro de mi,
en un sublime sentimiento que encontré por fin,
cuando las mariposas reían, cuando el arco iris era azul,
cuando el viento jugaba en mi falda y ahí estabas tú,
en mi inspiración, colgado de versos de amor.

Escribiré entonces en la espalda del dolor mi prosa,
desnudaré las palabras del dolor,
seré de nuevo la poeta que una vez creyo en el amor,
dejando en la punta de mis dedos aquella tierna sensación,
caricias nuevas que inventadas a tu piel quisieron ser,
el motivo nuevo de volver a creer en el amor.

Hoy lloró, doblada de rodillas
escondiendo mi cara a la cobardía de aquellos,
que en infamias impusieron melancolía a mis versos,
rasgando mi dulce poesía en un lamento
que despierta con el día,
mientras camina en la noche insomne
ataviado de una tristeza infinita.

Y pariré mi nueva poesía
entre lamentos de mi alma entristecida,
la historia sabrá de otro amor que muere en la tiranía,
desdén burdo y barato de aquellos
que posesos en la idolatría del amor nada sabían,
eran mesquinos y en su propia soledad ellos morían.

Mas no he de morir en sus intentos,
sigo viviendo el amor en mi eterna poesía.
He nacido poeta y me he vestido de amor,
y si he de morir, moriré en la poesía,
llegar a mis días del adiós
con la sonrisa en mi corazón,
sabiendo que una vez llegaste
y sembraste la más dulce ilusión,
y eso vida mía no se olvida,
se aferra a mi recuerdo,
y de mis versos nuevos será la razón.

Hoy mi poesía es larga,
llena de melancolía,
de aquellos sollozos que no se pueden escribir,
corro entre líneas blancas de un mustio papel,
la tinta se prende ansiosa,
no queriendo dejar morir mi prosa,
mis dedos se cansan, mi inspiración
se exhalta, vivo, muero y lloro
en los brazos del dolor,
mientras lentamente le digo adiós al amor.