Desagravio a un pueblo vecino. Me sabe mal que mis invenciones puedan acarrear cabreo hacia un pueblo al que tanto debe Abertura. Dicen los Sociólogos que la felicidad de un pueblo, no es sino la felicidad y equilibrio de sus hombres y mujeres. Dicen los Psicólogos que el equilibrio y felicidad de un hombre o mujer, tienen muchísimo que ver con la felicidad en su infancia. Y dicen los Psicólogos- Infantiles que un niño es feliz cuando juega y tiene ilusiones. Según me cuentan, en los años 50 y 60 y más, a Abertura aún no llegaba el orondo y canoso Papá Noel, sino que el encargado de repartir ilusiones, aunque sí era canoso, era más bien enjuto y de sonrisa amplia. Habitualmente se instalaba, con todas las ilusiones que portaba, en el Parador de Tío Ismael (antigua posada), allí relucían las espadas de plástico, y aquellas brillantes pistolas de pasta gris, con sus cartucheras negras, e incluso con balas en el cinturón; y los carricoches con muñecas, y los coches de hojalata y con cuerda…etc. Los muchachos del pueblo planeaban sus “guerras”, con aquellas nuevas ilusiones; las muchachas ilusionadas, soñaban cómo vestirían sus muñecas. Pero….no se sabe si por error o por pura estrategia comercial, el día 4 de Enero no era raro escuchar ésta conversación: -¡Mama, yo escribía a los Reyes la pistola con cartucheras, y me van a traer una espada!. -Pero tú que sabes muchacho (contestaba la madre), si hasta pasa mañana no vienen los Reyes. -Porque me lo ha dicho el novelero del coguta que te ha visto como se la comprabas a Tío Manuel El del Puerto. Dejar pasar a los niños al Parador..¿error, o estrategia comercial?. En cualquier caso, agradecimientos siempre a TIO MANUEL EL DEL PUERTO, a quien Abertura debe ilusiones, y en suma su felicidad.
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