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Salazar - Burgos

Poblacion:
España > Burgos > Salazar (Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja)
11-01-06 15:18 #163785
Por:Hobo Vira Cel

De al lado de la Arcadia, Volumen II (adenda primer ter)
Callado y no mas hablara este anciano juglar si no fuera porque la mofa y el escarnio aun hiciera mella en el más duro acero, y hasta ahora, sí bien todo lo oído ha sido nada, aquello que un inesperado confidente ha transmitido con mejor o peor intención ha hecho que se resienta la acidez estomacal de antaño, volviéndosele a irritar el colon por no poder rienda suelta a una mal llevada aerofagia. Y no será por aclarar alguna indebida imputación, negar algún malentendido o sacar de obscuras dudas a algún foráneo, sino porque el capricho nos lleva en ocasiones a iniciar, con decidido paso, los caminos menos recomendables, aunque sean bien iluminados. Y tal vez, en fin, para que antes de que la noche última arribe hayamos desvelado el contenido del último pergamino, y hágase la luz, colocando a cada vara de su árbol al lado, discerniendo de tal suerte el avellano del extraño eucalipto, la traidora zarza del nobilísimo nogal, la acogedora sabina del punzante enebro.... ¡Ea!, por tanto, sea, sigo.
No ha de sorprender que en épocas de hambruna las eras fueran los espacios más frecuentados en la nocturnidad estival de los pueblos de la Arcadia, bien por acompañar educadamente a la recién acarreada mies procurando el acomodo de la paja alrededor la cerviz, bien por limitar su pérdida en estómagos de animales propios o ajenos, domésticos o sauvajes, que todos han de sobrevivir por ser todos hijos de Dios (algunos nacidos antes que algunos de nosotros). Más en nuestro querido pueblo (que tornara ahora villa con histórico interés gracias a los unánimes "empujes" de nuestros coetáneos convecinos) la era, llegado mayo, más público tenía que la sombra del púlpito de San Esteban (que no era poco, al menos en los eternos meses de cuaresma). A mediados de Junio, en ellas era maravilla ver diluirse viejos odios interfamiliares con los irrefrenados ardores de los cadetes de la añada, derribando con su recién estrenado ariete los infranqueables muros que separaban casas, haciendas, familias, vecinos, padres e hijos, y levantado otros, sino cavando alguna tumba, que no todo se hacía con el sigilo que se debe a tal menester. Créame, querido lector, que si de tal actividad hubiera usted sido testigo, no se resistiría a tener por cierto el rumor extendido por el pueblo de Linares, de que habiéndose en cierta ocasión un compadre de tal lugar visto en la necesidad de visitar a un prestatario de Salazar, llegó a las cercanías del pueblo, a través de lo que entonces comúnmente se conocía como la Sierra de Otedo (oh tempora, oh mores, en qué error se incurría, pues en realidad se ha descubierto que tal paraje pertenecía a Oteo, estando ya hace seis años una partida de senderistas vernáculos localizando el perdido pueblo de Otedo), y una vez vadeado el arroyo de la Sierra del camino de Sobrepeña, habiéndose ya llegado, casi de noche, al lavadero de la canal, asustole el gran alboroto que del todo el pueblo le llegaba, confundiéndose los gritos con los alaridos, que le hubieran llevado a pensar sin duda que una manada de lobos celebrara un ágape con todos los vecinos, de no ser porque entre entre tal follón le llegara alguna alabanza a Dios y peticiones a la virgen. No obstante, por no ser hora ya de preces ni rosarios, y por saber a los de Salazar poco devotos y poco amigos de la interrupciones en la celebración de ciertos oficios, presto diose la vuelta, empujándole camino arriba la angustia de ser descubierto por algún lugareño, no obstante de saberlos bien ocupados en otro tipo de empujes. Entenderá el lector, si un poco conoce el alma humana que tal cumplidamente representada se hallaba en Linares en lo tocante a sus virtudes, que con lo por el viajante contemplado y oído, el embotamiento producido por el precipitado retorno, y la ayuda de algunos convecinos, empezó a cultivarse la calumnia de que en nuestro querido pueblo (ahora villa), se jadeaba demasiado al aire libre, que no se entendía porque tanto coro al raso disponiendo quien más quien menos de catre con vela o confesionario, y terminose por la infamia de que allí se consentía en demasía. Oída tal perversa gesta por los eternos valedores del pueblo de Salazar, la mayoría moradores de Cigüenza, en breve aclararon lo que al inicio de la canícula sucedía en nuestro amado pueblo, siendo un bachiller el que, tras contextualizar el hecho con aquel "cervus qui in fonte bibebat...", y por distinguir el caso del de su pueblo propio, encontró bellacamente el término con el que tal inmerecidamente desde entonces se denomina a los naturales de Salazar, este es, igüedos. Con algún o ningún merecimiento, han llevado los de Salazar tal peculiar denominación sobre su cabeza, pero con menor peso que los ornamentos de los naturales de Cigüenza y de casi todos los pueblos de la Arcadia que tal denominación usaban.
Llegado el verano, las era volvían a su uso, cortada la hierba y limpiado el polvo. La mies llegaba a ella entera y la abandonaba en sacos de sudor y paja. Empezábase con las habas, titos u otras leguminosas, terminábase con el trigo tardío. Poco a poco, el rocío desaconsejaba el abuso nocturnos de otras ocupaciones, y el silencio del frío del otoño enviaba los ímpetus a los hogares de invierno. En los somnolientos crepúsculos alrededor de la lumbre los ya bateados iniciados añoraban los ejercicios de la canícula, repudiando los errores y maldiciendo las omisiones irrecuperables, no soñando en otra cosa sino en que de las ramas de los olmos por fin reventasen las hojas, los barrederos alcazaren su buena altura y la hierba dificultase el paso por los prados. Algún que otro ocupaba su tiempo en oraciones, pero, por ser para ello necesario hincar sólo la rodilla, eran los menos.

Perdóneseme, pues, a pesar de ser ya viejo, no ha mucho fui novicio, de no centrarme en el sin duda importante tema con que inicié algún párrafo anterior, cual es, no el uso y disfrute, ya comentado, de las eras, sino su tenencia y adquisición. Quedémonos todos tranquilos, pues habrá ocasión de terminar con tal industria, si Dios lo permite obviando los mis muchos inmerecimientos.

Y, mientras, tanto, reflexionemos sobre sobre la oportunidad de comentar, sin más aspiraciones que la constatación de un hecho, de cómo el estructuralismo penetró, de la mano del propio Saussure, en los años 70, por el sendero de la flecha roja número 20, más conocido por el de Escaño, eliminando del puro castellano cultivado en nuestra villa de todo aquel artificio con que se le había perjudicado, restableciendo el uso de la c en lugar de la indebida k, y discirniendo la b de la v, malos usos que por influencia de algún dialecto de las Tierras Bajas habianse afincado entre nosotros, y amenazaban no solo con manterner, sino extender su cáncer. Tal vez la grande dificultad con que los de pueblo, ahora villanos, alcanzan la estructura profunda de los bandos y acta del corregidor, pulidos con la mano de gentil escribano y regalados con incompresible hiperbaton, merezca recordar la figura de tal insigne gabacho, y desempolvar sus probadas teorías sobre el origen de llamado por los impíos euskera, dialecto de idioma otrora hablado por los habitantes de Escaño , allí llevado (desde Salazar) por el cura del lugar (de ahí tal denominación , puesto que lo que fue el habla del Cura de Escaño, al vadear el río, trocose en Escaño del Cura, y tras aféresis posteriores - nadie discute la tendencia a la brevedad de los del referido pueblo-, convirtiose en Escoñocura , posterior Escura (cuando se tuvo constancia) y finalmente, Esquera. Con los éxodos de los años primeros del anterior siglo, los de Escaño, que habían dejado ya ser del cura, llevaron consigo a las Tierras Bajas el Esquera, estableciéndose sin grandes sacrificios entre los naturales del lugar que, carentes de la costumbres de verbalizar las ideas y emociones, abrazaron con júbilo al menos el Esquera. De tal abrazo (no confundir con aparente estrangulamiento) que aun se mantiene en aquellos lares, derivaron el actual Esquela, de considerable implantación, y el Euskera, de mayor uso, gracias al anterior. Sorprende la facilidad y predisposición con que los descendientes de los inmigrantes enmasacaran, niegan o tuercen su origen, pues triste es que, aun soñando en Esquela, juran en Euskera que solo hablaran el Eskela. Quizás, aun sin recordar al francés, sean necesario recordar cómo se extiende el euskera, se mantiene el eskela, y admitir que es no miserable el origen sino repudiarlo a fin de convertirse en lo que uno no es. Con meridiana claridad, si nos aplicamos en la etimología anteriormente plasmada (Corominas pag 14.0.1), por el cadagua abandonarenos el aire putrefacto, y desde la atalaya de San Millán contemplaremos desde la lejanía que retomamos el Esquera, nos defendemos con el Escoñocura, haremos versos con el Cura de Escaño y, finalmente, soñaremos en el castellano de Salazar. Que poco podemos alardear de embriagarnos en el aire de Salazar si trocamos "abeianas" por "bellotas", v por b, y los pardos por ofensivos verdes. Necesario quizás sea, pues, recordar a Sausure, y sugerir que, en el abrevadero se habilite un aparte interpretativo, que ubique Salazar a todo desorientado, tanto en la Geagrafía como en su irrelevante historia, e incluso le ubique a él mismo. Con la mayor humildad, desde el presente u cualquier otro púlpito cooperaré en tal empeño.
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De al lado de la Arcadia, Volumen II (adenda primera quater) Por: Hobo Vira Cel 12-01-06 17:05
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