Programa de las Fiestas 2006 SALUDO
Saludo
Año 2006
Cada año ocupamos más mundo. Consideremos, con un breve y nada minucioso esfuerzo de la memoria, a dónde nos ha llevado la vida a cada uno, más o menos lejos de Sotobrín. Pensemos dónde han finalizado su andadura los abuelos, padres, tíos, toda la gente mayor, que el día de la fiesta nos regalaba una sonrisa sobre las repeinadas cabezas, las trenzas, las coletas y las blancas blusas de los niños que nosotros éramos, acompañada de una peseta de propina. Sorprendente despilfarro de expresividad sobre las arrugas que la preocupación fabricó a lo largo del año, delator sin embargo del escondido amor que nos tuvieron y de la ilusión con que se imaginaron nuestro futuro.
Aquellos niños que crecimos en tan poco espacio, hemos escapado a las miradas vecinas y hoy nos observan otros ojos menos familiares y más indiferentes. Sonreímos a nuestros hijos quizá más a menudo y sin duda con menos arrugas, que la cosmética disimula bien las preocupaciones. Y pretendemos adelantarnos al futuro, aumentando la dosis de racionalidad a costa de la ilusión.
Ello, la vida, nos ha esparcido. Nos negamos a creer que nos haya separado, porque necesitamos saber que simplemente hemos sido sembrados en un campo mil veces mayor que el de nuestro pueblo. Es sorprendente pensar hasta donde llegará cada uno de los ejemplares de este programa de fiestas, tan cerca o tan lejos como haya llegado cualquiera de nosotros. No lo hubiera imaginado ninguno de nuestros abuelos, la vista en los trigos y el índice en el borde de la boina, debajo de un olmo, desde la altura de Sotobrín.
Sin embargo ellos nos proveyeron de la peseta de ilusión que nos permitió por primera vez bandearnos con la vida, aunque aquel día y con ocho años todo se redujera a elegir entre un pirulí y un globo de la caja que Julián abría al lado de su bicicleta. En homenaje a ellos, pero sobre todo en beneficio de todos, vamos a compartir una año más la alegría en las fiestas. Quienes puedan venir serán bien recibidos. Quienes están habitualmente en el pueblo, serán bien acompañados. Y quienes no puedan acudir, serán siempre recordados y nos sentiremos orgullosos de ellos porque hablarán de nosotros, de nuestra fiesta y de nuestro pueblo, a gentes que ni siquiera conocemos.
El mundo es un pañuelo. Saludemos con él al mundo, no permitamos que el mundo pase de nosotros. FELICES FIESTAS.
Año 2006
Cada año ocupamos más mundo. Consideremos, con un breve y nada minucioso esfuerzo de la memoria, a dónde nos ha llevado la vida a cada uno, más o menos lejos de Sotobrín. Pensemos dónde han finalizado su andadura los abuelos, padres, tíos, toda la gente mayor, que el día de la fiesta nos regalaba una sonrisa sobre las repeinadas cabezas, las trenzas, las coletas y las blancas blusas de los niños que nosotros éramos, acompañada de una peseta de propina. Sorprendente despilfarro de expresividad sobre las arrugas que la preocupación fabricó a lo largo del año, delator sin embargo del escondido amor que nos tuvieron y de la ilusión con que se imaginaron nuestro futuro.
Aquellos niños que crecimos en tan poco espacio, hemos escapado a las miradas vecinas y hoy nos observan otros ojos menos familiares y más indiferentes. Sonreímos a nuestros hijos quizá más a menudo y sin duda con menos arrugas, que la cosmética disimula bien las preocupaciones. Y pretendemos adelantarnos al futuro, aumentando la dosis de racionalidad a costa de la ilusión.
Ello, la vida, nos ha esparcido. Nos negamos a creer que nos haya separado, porque necesitamos saber que simplemente hemos sido sembrados en un campo mil veces mayor que el de nuestro pueblo. Es sorprendente pensar hasta donde llegará cada uno de los ejemplares de este programa de fiestas, tan cerca o tan lejos como haya llegado cualquiera de nosotros. No lo hubiera imaginado ninguno de nuestros abuelos, la vista en los trigos y el índice en el borde de la boina, debajo de un olmo, desde la altura de Sotobrín.
Sin embargo ellos nos proveyeron de la peseta de ilusión que nos permitió por primera vez bandearnos con la vida, aunque aquel día y con ocho años todo se redujera a elegir entre un pirulí y un globo de la caja que Julián abría al lado de su bicicleta. En homenaje a ellos, pero sobre todo en beneficio de todos, vamos a compartir una año más la alegría en las fiestas. Quienes puedan venir serán bien recibidos. Quienes están habitualmente en el pueblo, serán bien acompañados. Y quienes no puedan acudir, serán siempre recordados y nos sentiremos orgullosos de ellos porque hablarán de nosotros, de nuestra fiesta y de nuestro pueblo, a gentes que ni siquiera conocemos.
El mundo es un pañuelo. Saludemos con él al mundo, no permitamos que el mundo pase de nosotros. FELICES FIESTAS.
Enviado por: upupaepops | Ultima modificacion:17-07-2007 17:23
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