Vilanova i la Geltrú - Barcelona

Gerard Bellalta tiene que abandonar su casa de Vilanova ante los ataques y amenazas de los separatistas

Como en el Chicago de Alfonso Capone. Como en la Colombia de Pablo Escobar. Las mafias imponen su ley y los buenos son perseguidos y deben huir ante la pasividad de un Estado incapaz de garantizarles la seguridad. España es ya un monumental caos. El presidente del Partit Espanyol de Catalunya (PEC), Gerard Bellalta, se ha visto obligado a abandonar su casa de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) y trasladarse con su mujer y sus dos hijas a otra localidad de la provincia. La marcha ha sido a causa de la intensificación de los ataques contra su vivienda y de las amenazas de muerte que ha recibido en los últimos meses.

Denuncia Bellalta que en las últimas semanas se habían incrementado los ataques y las intimidaciones de forma alarmante. Los golpes en la puerta a altas horas de la madrugada han llegado a producirse a diario, así como el sellado con silicona de las cerraduras de su residencia, en cuya fachada siguen visibles varias pintadas amenazantes. Fruto de estos ataques y de las continuas provocaciones por parte de los separatistas, la hija del dirigente unionista, de tan solo 12 años, sufrió el pasado mes de octubre un cuadro de ansiedad y precisa desde entonces de asistencia psicológica. Como ya informó AD, en la noche del pasado 11 de octubre, un grupo de radicales abordó al líder del PEC en la puerta de su domicilio y amenazaron con un objeto punzante a su mujer y a la menor de sus hijas.

El candidato a la Alcaldía de Barcelona lamenta que su traslado sea el fruto de la impunidad que gozan los separatistas en Cataluña y acusa a los Mossos d’Esquadra de desentenderse de su seguridad. “Nos vamos antes de que ocurra una desgracia irreparable. Hoy somos nosotros los que tenemos que abandonar nuestra casa, pero espero que algún día, estas ratas no tengan un sitio donde esconderse ni dentro ni fuera de Cataluña”.

El presidente del PEC, partido asociado a SOLUCIONA en Cataluña, ha anunciado que pondrá a la venta su vivienda de Vilanova, un caserón de estilo románico que adquirió hace cinco años.

Mientras Bellalta tiene que abandonar su lugar de residencia por convertirse en la cara visible del orden legal en Cataluña, los que delinquen a diario disfrutan de una impunidad absoluta.

Mientras los aquelarres separatistas son ampliamente publicitados por los medios públicos y en ellos se dilapida el dinero del contribuyente, estamos ante un nuevo caso donde a los patriotas no sólo se les silencia, sino que viven en un clima de miedo que la castuza política alimenta. Tendría que ser el Gobierno de España el que impusiera el imperio de la Ley, y suspendiera la autonomía catalana, manifiestamente secesionista, pero puesto que no lo hace han de ser los españoles los que estén a la altura de las circunstancias.

El abandono de su hogar por parte de Gerard Bellalta representa una prueba más del fracaso de un sistema político cuya erradicación ha dejado de ser una necesidad para convertirse en imperativo moral.

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