Sant Vicenç dels Horts - Barcelona

Desde hace un tiempo se viene observando en Sant Vicenç dels Horts una actuación por parte del gobierno local que recuerda al lejano oeste con la alcaldesa Amparo Piqueras haciendo la función de sheriff. Se percibe dentro del consistorio una serie de movimientos y de privilegios para sus cargos que no son un ejemplo ni mucho menos de transparencia. Quizás estemos ante un ejemplo de municipio donde la democracia tiende cada vez más hacia una dictadura, pudiéndose aplicar así un término muy en boga últimamente, una "democratura".
Recientemente se ha podido observar que el lobbit presidido por la alcaldesa ha dirigido sus esfuerzos al ámbito de la regulación del tráfico urbano. Tras reordenar sospechosamente el sentido de las vias, por que no obedeciendo a intereses personales, se ha decidido aplicar el sistema de aparcamiento de pago, la zona azul. Esta medida que parece haberse efectuado con nocturnidad y alebosía, pues ha sorprendido a los ciudadanos, se implanta con el objetivo, según el gobierno municipal, de facilitar la movilidad de aquellos que optan por el comercio local.
Bien es sabido que Sant Vicenç dels Horts no posee ni mucho menos una actividad comercial equiparable a otras poblaciones. En otras palabras, la calle Mossén Jacint Verdaguer de Sant Vicenç dels Horts no es el Passeig de Gràcia de Barcelona.
La ambición recaudatoria de este gobierno municipal no tiene límites, impuestos que no van destinados a infraestructuras sino que unidos a aquellos obtenidos a través de la especulación inmobiliaria, desaperecen en forma de bienes materiales para los miembros del consistorio.

Este complejo entramado de intereses personales contrasta con las necesidades más básicas de los ciudadanos. En este sentido y en relación con la actuación de reordenación del tráfico comentada con anterioridad, estamos ante un ejemplo de gobierno local que olvida la seguridad de sus habitantes. Un ejemplo claro lo encontramos en el desinterés por acabar con los accidentes, algunos de ellos de gravedad, ocurridos continuamente en la confluencia de las calles Balmes y Mare de Déu de Núria. Parece, en este sentido, que la aplicación de medidas para la regulación del aparcamiento sea incompatible con la intervención para evitar accidentes. Sin duda, una gestión nefasta.
En definitiva, como en lo mencionado al inicio la ley del lejano oeste se aplica en todos los aspectos en Sant Vicenç dels Horts pero con la diferencia de que aquí no encontramos a un heroico vaquero sino más bien a un bandido forajido en forma de alcaldesa.