Arenys de Munt - Barcelona

La Diada, y vamos a contar mentiras, tralará

Apenas despierte tendrá que releerse los libros de la historia nacional catalana, no sea que le dé un síncope y cuente la verdad.

Carod Rovira dormirá intranquilo la noche previa. Son muchas las emociones, muchas las palabras y recuerdos que se le agolpan. Celebrar la Diada supone esfuerzo intelectual grande para él. Apenas despierte tendrá que releerse los libros de la historia nacional catalana, no sea que le dé un síncope y cuente la verdad. Para ello acudirá a cualquier escola, se dirigirá al apartado de ciencia ficción y con indisimulado orgullo repasará la encarnizada lucha entre catalanes y españoles que tuvo lugar en el siglo XVIII. No se detendrá en los detalles, rebuscará de nuevo en la valentía de Casanova y Villaroel, en cómo el primero fue asesinado por el malo malísimo de Felipe V, y cómo a partir de entonces el pueblo de Cataluña fue sometido al oprobio y la represión por el Estado Español. Obviará los libros de Batman y de Superman, porque aunque para él sean también sucesos históricos de singular importancia, su capacidad le impide abordar al mismo tiempo la historia americana. Ha pedido, sin embargo, un exhaustivo informe a la embajada catalana de Nueva Orleans, para que sin demorar demasiado estudien de qué manera la voluntad de Robin de seguir siempre fiel a Batman ha podido asemejarse a la voluntad del catalán, del buen catalán, de no dejarse amedrentar por los españoles, y mantener siempre viva la llama de la nación aplastada.

Montilla, por su parte, tiene preparado el discurso desde hace tiempo. En sus vacaciones visitó Disneyland, un maravilloso parque temático inspirador de las más tiernas noches de su infancia. El Pato Donald, y sobre todo la Bruja Maléfica, han iluminado parte de su intervención. El primero porque no se le entiende lo que dice, y su profesor de catalán le ha recomendado imitarlo para evitar que nadie pueda decirle que destroza la lengua madre con su acento cordobés. La segunda, porque representa el terror que durante tantos siglos ha ejercido España sobre el pueblo catalán. Pero él tiene una misión. Catalanes del mundo uníos. Levantad el puño contra el opresor. Alzad vuestras miradas a un tiempo nuevo que llega. Sobre esas ideas pilotará su discurso.

Bono habló con él hace unos días, para comentarle unos detalles sobre un tal Kamen, un historiador fascista y anticatalán que ha demostrado fehacientemente, según don José, que están celebrando una mentira. Incluso, en el colmo de la perversión, le envió por fax un documento en el que aclara cómo Casanova no fue asesinado, y que además obtuvo el perdón de Felipe V y vivió sus últimos días rodeado de una situación económica más que envidiable. Pero la secretaria, convenientemente aleccionada, había instalado el último programa adquirido por la Generalitat el "Espam-ñol 3.0", distribuido ya por toda la nación Catalana y embajadas, que paraliza inmediatamente cualquier documento escrito en lengua extranjera y lo destruye fulminantemente si es en español por lo que el peligro de una intoxicación españolista quedaba descartado. Del presidente del Congreso anticalán se puede esperar cualquier cosa, pensó Montilla, después de colgar el teléfono a Zapatero para decirle que si Bono seguía importunando le retiraba el apoyo.

Pujol, más reflexivo, pulía mentalmente los detalles. "El 11 de septiembre será la fecha del inicio. La fecha en la que nación catalana podrá por fin mirar con orgullo y en igualdad de condiciones al resto de las naciones modernas. Todo está preparado. Los libros de Historia convenientemente corregidos, el principal obstáculo, el PP, ha sido ya también domeñado y participará igualmente en la fiesta de la Nación. Del Tribunal Constitucional no hay que preocuparse, tras la bronca de la Vice, y la presunta reunión con el Rey. Solo falta, eso sí, destruir todas las bibliotecas españolas y sobre todo los documentos históricos para que ningún anticatalán pueda ya demostrar que lo que celebramos es la verdadera historia de nuestra nación perseguida, aplastada y ninguneada durante siglos"

Pujol llamó a Montilla y, en español, para que no perdiera detalle, le dio las gracias por la invitación y por el jamón serrano. La Historia, concluyó satisfecho, por fin le ha hecho justicia.

https://lsemanaldigital.com/blog.asp?idarticulo=100197