Zalamea de la Serena - Badajoz

No seríamos más de cincuenta……
Vestían de negro siguiendo el mágico redoble de un viejo tambor, mientras la alegría, el bullicio y la magia que producen los cómicos se esparcía por las viejas y casi solitarias calles del pueblo.
También a nosotros nos contagiaron las pantomimas divertidas de los histriones, y tras ellos marchamos. Paró el mercancías de las ilusiones en el apeadero de Calderón de la Barca, allí la farándula nos trajo a la memoria uno de los recuerdos del ayer mas perpetuados.
La matanza, con su consabido desenlace.El sacrificio de su actor principal. Lo contó un abuelo, pausadamente, con palabras de las de antes, y terminando el cuento, el viejo narrador un tanto confundido se quedó plácidamente dormido.
Con vocerío y risas de su letargo lo sacaron, después apoyándose en una vieja vara de acebuche desapareció de la escena, por los mismos pasos que allí lo llevaron.
No sé como lo hicieron, me imagino que sería la magia que con la tramoya vaga,la que les ayudo en el cometido, pues sacaron de unas bosas de plástico el contenido milimétricamente descuartizado, del imaginario cochino y a la concurrencia nos lo ofrecieron.
Después del convite recogieron los chismes, montándonos de nuevo con la jarana en el viejo mercancías que por la calle San Francisco nos encaminó al segundo apeadero.
Rondaban las diez en la aún claridad de la incipiente noche cuando ceso su marcha el mercancías, en el andén de la Plaza de la Constitución. Se formó de nuevo el corro de las patatas alrededor de los comediantes. Una vieja cuya cana tez contrastaba con el negro pañuelo que cubría su pelo, narrabaalegrías y penurias del antiguo y nunca bien ponderado oficio de labrador de campos. Decía sobre el trabajo de desgarrar las entrañas de la tierra para en los húmedos arañazos depositar la menuda simiente, que en la siguiente primavera se transformaría en mares, donde el viento mecería las olas de rubias espigas.
Cuatro pasos más allá el imponente Dystylo. En un santiamén los intérpretes con una vieja tela azul crearon la corriente del imaginario arroyo Cagancha, atravesando Zalamea por el Pilar, después curvaron el curso del agua, para que bordeara el remoto Cancho Roano, y por efectos de la magia nos mostraron a los antiguos moradores del lugar, los sumos sacerdotes entonando plegarias con las que agradecían a las deidades la bonanza de las cosechas. Después sin decirnospor qué asolaron el palacio-santuario y lo enterraron, dejando una interrogante para la posteridad, ¿sería capaz el arado de algún labriego tropezar con la arquitectura de sus murallas de granito y sacar sus vestigios de nuevo a la claridad?
Alumbraba la farola con tenue luz el epicentro de la Plaza, el buche de losactores pedía clemencia, llegando a la conclusión, a pesar de la escasez de condimentos y tajadas, de hacer una caldereta con la que calmarla gazuza.
De la cesta de un pariente de Domine Cabra, (muy a pesar de este), fueron extrayendo el condumio, para después de muchas disquisiciones y detalles dejarnos con la duda a los presentes, si en ese guisado que nos daban a probar no nos dieron gato por liebre.
Después de tan exigua cena, recogieron utensilios y maletas, agradecieron amablemente a la comitiva la adhesión y el acompañamiento en sus interpretaciones, y tal como vinieron se fueron, con la música a otra parte.
Cosas de la farándula.
¡¡¡ZALAMEA CAPITAL CULTURAL DE LA SERENA!!!

Lo de antaño, mueve molinos, si se mueven bien!!!
Un saludo Dávila