Jaroslav Seifert Apagad las luces En silencio. Que no se caiga el rocío que tiembla en la punta misma de las pestañas; sin hacer ruido. silenciosamente. sin patetismo, a aquella noche le digo: no fuiste de las peores. Con las alas de la guarda de las tinieblas, no nos envolvió tu ángel, que con nosotros estaba, oh noche seria después de frívolas noches, con violencia. Y el grito que por tu alfombra se extiende cuando de horror las manos nos estrechamos, ese espantoso grito que puede oír cualquiera todavía, una llamada dulce es para mí. ¡Apagad las luces! que no se caiga el rocío que tiembla en la punta misma de las pestañas; sin hacer ruido, silenciosamente, sin patetismos, digo: cuál, cuál era la claridad de aquella noche en que todo oscureció, en que todos como sombras en su tronco se encogieron. Sé bien, sé muy bien que entonces hubiera sido mejor oír el estruendo. Buenas tardes. |