Zahínos - Badajoz

una estación de esquí. Te llevan como a un perrito caniche para que ladres contento y repitas lo maravilloso que es paisaje. (¿donde? tanto engurrañaba los ojos por el frío que apenas podía ver) Después de una maravillosa caravana de dos horas hasta encontrar aparcamiento en la otra vertiente de la sierra, cerca ya de Segovia, te pegas una caminata-escalada, sembrada de tarados retratando cagadas de vaca, como si fueran monumentos, que al menos te proporciona algo de temperatura. Empiezas a andar de un lado para otro sin saber a donde se dirige la gente, hasta que por fin te colocas en otra cola, la del telesilla y te disfrazan del hombre de las nieves, te colocan un "equipo completo" de alquiler, con el que no sabes ni andar y te descargan como a una sera de carbón en medio de un cerro con mucha nieve y nadie te explica cuantas marchas tienen los esquíes, ni para qué sirven. Sin avisarte de nada, te pasa rozando una bola de grasa, una ballena con permanente, gafas oscuras, sin casco y gritando con voz de flauta "quitateeeeeeeee" y ves como se desequilibra y tambalea hasta que se pierde por el lomo de la pendiente. Ves como la gente anda, se desplaza sin excesivos esfuerzos y de buenas a primeras te consideras el más listo de la clase, tús esquíes tienen una marcha más que los demás. Sí, descubres con asombro que los tuyos tienen la marcha atrás y te desplazas con total seguridad pendiente abajo, sonriendo como un bobo, hasta que te das cuenta de la cara de susto de quienes te rodean y se lanzan a salvarte de un tortazo seguro contra un pino, porque tus esquíes tienen puesta la directa en marcha atrás contra el troncón más gordo que haya en todo el cerro. Curiosidades de la anatomía, intentas tirarte al suelo y tampoco lo consigues, te agachas como para hacer tus necesidades y tampoco funciona. Alguien te sugiere que hagas la uve, y no tienes animo de celebrar ninguna victoria, porque la velocidad sigue en aumento y no tienes espíritu competitivo. Hasta que un monitor llega a mi altura me agarra y voltea como a una pelota de nieve y me echa una bronca como un sargento en la mili. Me descalzo los esquí, y respondo:
"Me c en la p de la nieve, en el p cerro este y en tu p madre. No me he puesto en peligro, no he tomado ninguna decisión, simplemente era una piedra cayendo por la ley de la gravedad cerro abajo, y para que yo suba otra vez a este lugar de mierd tiene que hacer como mínimo cuarenta grados a la sombra".

Ja, ja, ja... muy bueno y que verdad.

Como se le ocurre a una persona de secano y de 40 grados a la sombra subirse a unos esquíes. Dile tu a un Finlandes o a un Sueco que se venga a estos campos en la segunda quinzena de julio. A ver que te dice.