MAS DE LUIS CHAMIZO LA JUERZA D´UN QUERÉ I Jue´n la joya de las Torbiscas una siesta, cuando´l sol achicharraba; una sieta qu´entumía los sentios el bochorno de la calda; sin arrullos de las tórtolas ni continos sonsonetes de chicharras, sin triníos de cogutas y sin roncos gurrapeos de las ranas; una siesta pa dormía baj´un chopo, panz´arriba, junt´al agua. Tan siquiera los oídos barruntaban, con la zumba de los negros moscardones y las negras telarañas, chorrear los goterones derretíos de la pringue de las jaras. En un claro de la joya las Torbiscas está Blas, el de la Juana, mesmamente, de cluquillas, currucao al sombrajo d´unas matas, con la boca mu abierta y los ojos encendíos como brasas. Junt´a Blas están, cansinos y moörros, los borregos que le jorman la pïara, y a la vera los borregos, dos mastines con dos bocas que se páecen a dos fraguas po su recio resoplá como los fuelles y sus lenguas colorás como las llamas. Blas recorta con cudiao los canutos d´una caña, porque Blas quiere jacé con los canutos una flauta, pa de noche, con la luna, dir a dá su serenata junt´al chozo donde duerme Rosarillo, la zagala: una moza con los ojos más oscuros qu´una noche de borrasca, más alegre que la risa d´un regacho d´agua clara y más güena que la Virgen de las Cruces, la patrona de las fiestas de la Raza. II Con los pelos desgreñaos, con los ojos escocíos po las lágrimas, medio loca por el mieo, revolando los jarones de las sayas, trompezando, dando brincos, dando voces que retumban en las sierras solitarias, va corriendo pa la joya las Torbiscas Rosarillo, la zagala, y detrás de Rosarillo va la loba, una loba echando babas, con los ojos de carbuncos encendíos, con el jopo entre las patas, esgarrando a dentellás las chaparreras po la juerte calentura de la rabia. Naide acude de las sierras de l´umbria, naide viene a socorrer a la zagala; ya la probe, ni gañir pué tan siquiera y s´ajoga bajo´l sol que l´achicharra. Páecen muertas las laëras de los cerros, y las joyas d´al reor, y las barrancas. Páecen muertos los pastores, los zagales, los mastines y los borros y las cabras. Jacezando va corriendo, ya cansina, con los pelos desgreñaos, la zagala, y, trotando detrás d´ella va la loba con el jopo entre las patas. Va la loba ya mu cerca, va tan cerca que l´alcanza... Al prencipio resonó com´un jiguero qu´en la joya las Torbiscas canturrara, y endispués como los trinos d´una mirla que dijera sus quereles junt´al agua. Era Blas que ya jormó con los canutos una flauta, y soplaba pa jacé con sus soníos una durce serenata pa qu´al son se le durmiera po las noches Rosarillo, la zagala. Algo asín como la vida que viniera po los aires con el toque d´una flauta; algo asín como la lumbre d´un relampago qu´en la noche las negruras esgarrara luminando las majás a los perdíos en metá de la montaña, jue la música de Blas pa la chiquilla tan a punto que la loba l´alcanzaba. D´un tirón saltó una peña; y, al roär por la barranca, dio un chillío; dio´l chillío de las tórtolas bajo´l vuelo de las águilas; un chillío qu´en la joya las Torbiscas resonó como´l clarín d´una batalla. Blas sintió qu´aquel chillío l´esgarraba las entrañas, y notó que de sus deos s´escurrían poco a poco los canutos de su flauta. Blas la vido, Blas la vido como loca revolcase entre las zarzas, y era ella, ¡era ella!, Rosarillo, la zagala, la que Blas tanto queria dende nuevo sin icirle una palabra. Lo mesmito qu´un jabato corralao po los perros, entre medio de las jaras; lo mesmito que la trompa d´un torrente corre blas pa la barranca donde viene ya la loba con el jopo entre las patas. Blas miró pa Rosarillo, de reojo, y tiró por la navaja, y se jue com´un alano pa la loba qu´en un risco l´aguardaba. Reguñendo como perros ajotaos dieron güertas al reó d´una retama, y endispués de cada güerta s´encogían, s´aplastaban, se miraban con los ojos encendios como puntas de carbuncos jechos ascuas. Eran dos lobos iguales en la juerza; eran dos juerzas iguales en la rabia. A la par s´abalanzaron dambos juntos, s´estrujaron, s´enrearon con tal gana, qu´escupíos, y mordíos y abrazaos se jundieron entre medio d´unas zarzas. Sólo Dios que dende arriba ve las cosas que suceden en las sierras solitarias, sólo Dios vido la riña cuerpo a cuerpo, sólo Dios vido la lucha tan extraña de la juerza de la rabia d´una loba con la juerza del queré d´una zagala. Ya no hay mieo, ya no hay mieo, la he matao, dijo Blas cuando salió d´entre las zarzas, esgarraos los carzones, jecha cisco la zamarra, jecho un charco po la sangre que del pecho y la caëza le manaba. ya no hay mieo, ya no hay mieo de la loba la maté con mi navaja. Ella vino despacito, sollozando, s´arrimó sin dá la cara; con la punta del mandil, jecho jirones, premcipió a secá sus lágrimas. - Eres juerte dijo entonces Rosarillo -. ¡Gracias!, ¡gracias!: eres juerte y eres güeno como el Cristo de las Aguas. - Con la juerza d´un queré jondo, mu jondo, que s´ajoga dentro´l alma, Rosarillo, de repente, le dió un beso, el primero qu´ella daba, que tamién a Blas quería dende nueva sin icirle una palabra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Blas reía, se reía lleno e sangre con la risa d´un regacho d´agua clara. III En las noches del verano, en las durces noches claras, cuando tiemblan las estrellas entre medio d´una luna´zul y branca, y s´escuchan a lo lejos los cantares de los grillos y las ranas, algo asín com´un jilguero qu´en la joya las Torbiscas canturrara, algo asín como los trinos d´una mirla que dijiera sus quereles junt´l agua, se barrunta dende arriba de las sierras, entre medio de los brezos y las jaras. Es que Blas junt´a la choza donde duerme Rosarillo, la zagala, toca siempre, toás las noches, los canutos de su flauta, porque ice que se sueña su Rosario toás las noches con la loba de la rabia, y se duerme mu tranquila, poco a poco, con el son d´aquella flauta; y dormía se le ríe, se le ríe con la risa d´un regacho d´agua clara. -------------------------------------------------------------------------------- (c) Archivo-Biblioteca. Diputación Provincial de Cáceres.
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