NO APTO PARA DIABÉTICOS. A oscuras en la habitación, la pequeña pantalla del ordenador despedía destellos azulados. Frente a ella, el hombre tecleaba enfebrecido cada respuesta que del otro lado del espacio virtual le reclamaba la ventana del privado. A cada frase escrita se reclinaba en el asiento y esperaba una respuesta, impaciente. Mientras tanto, intentaba imaginar a su interlocutora. Por los pocos datos que había logrado sonsacarle, suponía que era una mujer bella y de ojos claros. Se hacía llamar ALBA-35. Alba. Su nombre invitaba a soñar con ella. Por eso, cada noche, él se conectaba al chat, con la esperanza de ver su nombre entre los innumerables "nicks" que aparecían en la lista. Cuando leía ALBA-35, se le aceleraba el corazón y se disponía a saludarla. Pero nunca sabía que escribir y después de pensar cinco o seis minutos se decidía por el mismo saludo de siempre:"Buenas noches a todos. Hola ALBA-35". Despues, prendía un cigarrillo y esperaba respuesta. Siempre obtenía respuesta:"Buenas noches SOLO-BCN". La misma escena se producía a quinientos kilómetros de distancia, a la misma hora, en el mismo instante. Ella, ALBA-35, pasaba el día pensando en el tema de conversación que sacaría a acolación aquella noche. Ella, durante el día, en la soledad de su casa, procuraba que el tiempo transcurriese lo más rápido posible, leyendo y decorando piezas de cerámica en su taller de trabajo. Desde su silla de ruedas ALBA-35, procuraba imaginarle: moreno, alto, reidor... Alrededor de las doce entraba en el chat. Tecleaba ALBA-35 y esperaba respuesta. Durante el día, SOLO-BCN, jubilado ya, paseaba con su perro por el parque. Era muy conocido por los chavales del barrio. Nadie sabía de dónde partió la supuesta historia de Mariano, pero los niños. advertidos por sus madres, no osaban acercarse a él. Le temían. Corría la voz de que era un "viejo verde" al que no debían acercarse. Caminaba encorvado, con mirada de animal apaleado, al acecho, vigilante y tremendamente repleto de dolor. Pero a las doce de la noche, aquellas vidas, aquellos seres tan dispares, no se hacían pasar por otros. Eran otros. La frontera entre la realidad y la ficción se abría para ellos, les permitía ser libres. Durante tres o cuatro horas, cada noche, Elvira, parapléjica, se transformaba en ALBA-35, bella, dulce, sensual. Mariano, el "viejo verde" marginado por comentarios infundados, infelíz y efectivamente solo, se transformaba en "SOLO-BCN", simpático, abierto y veinte años más joven; capaz de seducir a la mujer más bella del chat. Escupid todo el azucar!!! PUAJ, PUAJ... Al ser vivo que el otro día me dijo:" Yo no escribo, pero leo..." Pos eso. Pa tí. Bueno primero para todos. BESO GORDO. |