Las abarcas desierta. Por el cinco de enero, cada enero ponía mi calzado cabrero a la ventana fría. Y encontraba los días, que derriban las puertas, mis abarcas vacías, mis abarcas desiertas. Nunca tuve zapatos, ni trajes, ni palabras: siempre tuve regatos, siempre penas y cabras. Me vistió la pobreza, me lamió el cuerpo el río, y del pie a la cabeza pasto fui del rocío. Por el cinco de enero, para el seis, yo quería que fuera el mundo entero una juguetería. Y al andar la alborada removiendo las huertas, mis abarcas sin nada, mis abarcas desiertas. Ningún rey coronado tuvo pie, tuvo gana para ver el calzado de mi pobre ventana. Toda gente de trono, toda gente de botas se rió con encono de mis abarcas rotas. Rabié de llanto, hasta cubrir de sal mi piel, por un mundo de pasta y unos hombres de miel. Por el cinco de enero, de la majada mía mi calzado cabrero a la escarcha salía. Y hacia el seis, mis miradas hallaban en sus puertas mis abarcas heladas, mis abarcas desiertas. Miguel Hernández Desde siempre se la he escuchado a mi amigo el mayor, a el nunca le trajeron los Reyes magos nada, debe ser que los Reyes magos, no son tan magos y no se acuerdan de los niños pobres. Melchor, Gaspar, y Baltasar Con las perritas de mi papa Y si papá no tiene perritas los Reyes magos te van a traer una xutaaaaa Kaká. lo que le trajeron a mi amigo el mayor Sus abarcas Vacías. El beso pa la yaya. Un remuaaaaaa |