AL TITO ANSELMO, IN MEMORIAN Rosío, ay mi rosío, manojito de, claveles. Capullitos floresíos, de pensar en tus quereres voy a perder el sentío, por que te quiero mi via, como nadie te ha querío. Rosío, ay me Rosío. En el 3º Aniversario de tu hasta luego, como homenaje y recuerdo, con una de las canciones que te hicieron más popular, y que tantas veces interpretamos juntos. Con tu permiso, me voy a tomar la libertad de contar una anécdota graciosa, relacionada con esta célebre canción: Hotel Colón de Montijo, otoño de 1.983, días antes de irme a la "mili"; Estamos tocando en una boda Alfonso, Reinaldo, Vega, el maestro y yo. Estábamos interpetando Rocío, y en eso que aparece JOAQUIN COCO TABARES q.e.p.d, cariñosamente conocido como "EL LEGIONARIO", y para nosotros, "El compadre", pues el Tito y él eran compadres. Iba Joaquín acompañado de su mujer, se acerca al escenario, pletórico el hombre, y comienza a piropearnos (Qué grandes sóis; compadre, eres el mejor, etc, etc). Tito Anselmo debió de emocionarse, y saxo en ristre, avanza hacia borde del escenario, mientras no dejaba de tocar, cuando de pronto, pone un pie en el vacío, y se cae del escenario, de casi 2 metros de altura, pero con el saxo agarrado. Evidentemente, dejamos de tocar, y bajamos en su ayuda. Gracias a Dios, no ocurrió nada, fue un tremendo golpe, pero que quedó, afortunadamente, en un buen susto. Al poco rato, subimos de nuevo al escenario y seguimos interpretando Rocío, la cual hacía él una parte instrumental con el saxo, y la cantaba él personamente. Al llegar al estribillo, no se le ocurre otra cosa que cantar: Rosío, ay mi rosío, que porrazo me he metío. Era único dándole la vuelta a la tortilla y sacándole chascarrillo a todo. Lo que fue un susto, pero que podía haber sido un desgraciado accidente, terminó en "cachondeo". Ni que decir tiene que el resto de la orquesta nos "descojonamos" de risa. En fín, una simpática anécdota, de las miles que tuvo a lo largo de su vida. Siempre estarás presente en nuestros corazones, y aunque fisicamente ya no estás entre nosotros, tu espíritu nos acompañará eternamente. Ah, maestro, se me olvidaba: te queremos dar un homenaje. Lo vamos a preparar para el año que viene, pues tenemos que ensayar a conciencia, ya que algunos llevamos tiempo fuera del negocio. Ten paciencia y perdona los posibles fallos. Y desde ahí arriba, échanos una mano, para que no nos tiren tomates. Hasta siempre, Tu sobrino el "Vicentón", |