Puente de San José El puente de San José nos ha deparado unas condiciones atmosféricas desagradables: un viento desapacible. Aun así yo y toda mi familia decidimos lanzarnos a la aventura y pasar uno o dos días en la rivera (cola del pantano). Llevamos un buen bagaje y muchos víveres, como para un mes. Atrás no quedaron los abuelos y también se pusieron en marcha. Al llegar a la rivera lo primero que se hizo fue una hoguera que no se la saltaba un saltador de pértiga y, a continuación, se sacaron sardinas, chorizos, pancetas, morcillas, chuletas, pinchitos, etc. Como si se fuera a acabar el fin del mundo toda la familia comenzó a tirar de su presa, y la abuela atizaba el fuego. Nos llevamos a la rivera todo eso y mucha ilusión. En casa quedó la crisis, los dolores reumáticos de la abuela, el pajarillo en su jaula y la gata porque es un animal territorial. Después de tanta comida vino el café con pasteles. Seguidamente, y cómo no, los cubatas. Una vez la panza llena cada uno comentaba su historia y otros salían a echar la caña, no sé si al agua o al aire. Llegó el momento de la recogida y, al ponerse el ocaso, se ponían los motores en marcha para regresar. Los abuelos miraban hacia atrás como diciendo: volveré yo al año que viene. Y así transcurrió el puente de SAN JOSÉ tan deseado por tod@s. |