Las Atalayas, estas torres de vigía que constituyen el complemento estratégico defensivo del castillo y murallas, continúan señoreando las alturas que rodean el término de Olivenza. De las que aún se mantienen en pie, es la mayor la de las Moitas, junto a San Jorge de Alor, seguida de la de San Amaro, junto a San Benito de la Contienda. También en pie, aunque de menor altura, continúan la de los Arrifes, al suroeste del término, y la de Juana Castaña, al norte. La de la "Coitá", al este, sólo conserva su base, de unos dos metros. Otras, como la del "Poceirón" se reducen a un montón de piedras en el suelo, formando parte de las paredes de las fincas donde se encuentran.
Las actuales fueron construidas de nuevo o reconstrucción de otras anteriores para servir a la defensa del territorio oliventino durante las llamadas Guerras de Restauración (1640-166

por las que Portugal se separa de la corona española durante el reinado de Felipe IV, nombrando su propio rey en la persona de D. João IV.
De base circular, están constituidas en mampostería y divididas generalmente en tres niveles. Su acceso se hacía por escala hasta el nivel medio. El nivel inferior servía de almacén de leña. El nivel medio, aparte de lugar de acceso era donde se situaba un hogar para hacer fuego de señales. El nivel superior lo constituye una terraza. Los tres niveles suelen estar comunicados por una escalera adosada al muro interior.
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