MEDALLAS A cabo de repasar la prensa diaria y en el Periódico encuentro un articulo de J.M. Cardoso, que viene al pelo. DISIDENCIAS MEDALLAS: Entramos en tiempos de medallas. A menos de seis meses de las elecciones municipales y autonómicas, toda una pléyade de francotiradores, mercenarios y soldados de fortuna se presentan a dar lo mejor de sí mismos y de sus miserias con tal de llamar la atención para que los distintos partidos y líderes tengan a bien colocarles en puestos preferente en el reparto de las migajas. Porque, en el fondo, lo cutre y hortera de todo esto es que por menos de un plato de lentejas hayan algunos que están dispuestos a vender a su propia madre. Es la triste realidad de un sistema donde no progresa los mejores sino los que más medran, los que mejor insultan, los que tiran pedradas como palabras y mienten más que hablan. Es la hora de las medallas. De colgárselas (los que no tienen sentido del ridículo). Del ajuste de cuentas. De tomar partido. Es la hora de las mezquindades y las ambiciones, de los enredos y las transgresiones. Lo sórdido sale a escena. Todo vale con tal de colocarse en una lista o, en su defecto, de que gane y salga el que coloca. A veces, es amigo; otras, un conocido; las más uno de tantos pero al que hay que arrimarse ahora por si acaso. O no, que nunca se sabe. No por convicción. No por ideología. Ni siquiera por afecto. Por lo que pueda pasar. Y así, se arrastran a los mítines, a las presentaciones, a esos eventos a los que en su sano juicio no irían ni por dinero. Y aplauden, estrechan manos y besan por decreto. Y hablan y hablan y pronuncian elocuentes discursos. Todo es tan sospechoso como repugnante. Se apuntan tantos, se recomiendan a sí mismo, hocican, salivan, doblan el espinazo, tragan bilis y se apuntan a un bombardeo. Hablan de lo que no saben, usan indebidamente cargos, sean políticos o vecinales, escriben cartas al director, tribunas en los periódicos, llaman a radios, acuden a mítines de quien sea, se dejan ver, se dejan querer, se dejan usar. Es el franquismo sociológico en el que crecieron y que aún perdura, que les pierde, que no sabe de ideologías, sólo de prebendas. Nos quedan meses apasionantes de endemoniados subalternos y empalagosas servidumbres. El país se hunde, el paro crece, los problemas se amontonan, las soluciones no llegan, las promesas se incumplen pero ellos a lo suyo. A sus medallas. |