Siempre me ha parecido este fondo impresionante: el contraste entre la alameda a la derecha y los rojos tejados en lontananza es realmente bello; pero es que además sobresale majestuosa la parroquia coronada por esas dos torres cantarinas (en ese tiempo aún las hacían cantar los monaguillos). Lo de menos son los cinco adolescentes ribereños que tapan parte de la era y su pose tan chulapona: hoy rondan los cincuenta, pero se conservan casi igual de guapos y chulos, con alguna cana que otra (muchas). En definitiva, una foto interesantísima desde el punto de vista humano, y cultural, y social, y personal y local, y...