La huelga, el chantaje y el Usuario. Por Nega (LCDM) Este artículo fue escrito por Nega, un rapero del grupo Los chikos del máiz. ¿Quién es el Usuario? Ese ente abstracto que siempre sufre los desmanes de los huelguistas. La huelga es un chantaje, el huelguista una especie de matón chantajista, casi un delincuente. Los medios de comunicación han reducido el derecho a huelga a poco más que una práctica perniciosa de cuatro desalmados sin escrúpulos. Ni la patronal, ni el sindicato, ni los obreros movilizados: de un tiempo a esta parte la estrella siempre es el Usuario, ese sujeto anónimo y ya casi histórico, que copa y monopoliza la noticia de la huelga, una nueva y fulgurante estrella mediática cuya su opinión se recoge y difunde como si de la palabra de un nuevo Mesías se tratara. En los últimos tiempos es ciertamente repugnante y digo repugnante porque pudiera parecer que en este país sólo hacen huelga las empresas encargadas de la recogida de basuras. La mecánica siempre es la misma, trabajadores del sector de limpieza o recogida de basura se declaran en huelga indefinida en X ciudad o en Y instalaciones (aeropuerto, metro…) y la verdadera y única noticia es el olor nauseabundo o la insalubridad, por supuesto engalanada con las incendiarias declaraciones del Usuario indignado. Las condiciones laborales que llevan a los trabajadores a declararse en huelga se vaporizan en el filtro mediático. Claro ejemplo fue la huelga indefinida de los trabajadores de limpieza del metro de Madrid hace un par de años. Antena 3 tildó a los huelguistas «gamberros». A los trabajadores de tierra del aeropuerto del Prat que ocuparon las pistas se les llamó directamente «delincuentes». Los transportistas que bloquearon el suministro de combustibles eran prácticamente asesinos que querían matar a nuestros hijos de hambre al no llegar alimentos a los supermercados, fue verdaderamente grotesco: las masas haciendo acopio de provisiones de primera necesidad por si el chantaje de esos desalmados se prolongaba en el tiempo, parecía el fin del mundo. Menos mal que apareció la Guardia Civil para apartar los camiones, despejar las carreteras y escoltar a los esquiroles. Nuestros hijos estaban de nuevo a salvo, no morirían de hambre. Recientemente le tocó el turno a los trabajadores del metro de Madrid. La criminalización alcanzó cotas nunca vistas, hasta Esperanza Aguirre barajó la posibilidad de militarizar el metro, como en tiempos de la dictadura. De nuevo el Usuario estaba siendo vilipendiado, chantajeado, extorsionado y secuestrado por un atajo de vagos que cometían la osadía de ponerse en huelga con una crisis galopante y casi cinco millones de parados. ¿De qué se quejan si tienen trabajo? Qué fácil puede llegar a ser enfrentar al Usuario con un colectivo en huelga… sobretodo en tiempos de escasez y miseria. Lo que es ciertamente dadaísmo del más provocador es que se justifique a los esquiroles (esa raza especial de sub-humanos descendientes de las sabandijas y no de los primates) en base a su derecho al trabajo cuando hay casi cinco millones de parados. Margaret Thatcher sentó cátedra con la criminalización de los mineros en los años ochenta, la operación fue estratégicamente calculada, bastaba con asegurarse que los grandes medios cumplieran su función a favor del Usuario y criminalizando al huelguista, para después con cierto apoyo popular, legislar y regular el derecho a huelga, fue una verdadera obra maestra que marcó precedente y deslumbró a liberales y socialdemócratas de toda índole: el Usuario se había convertido en sujeto histórico. El conflicto laboral y la negociación colectiva se vaporizan y pasan a un segundo o tercer plano, siempre en aras de la preservación de la especie dominante: el Usuario. Cuando se produce una huelga es el Usuario el que tiene la última palabra, la huelga es poco más que un capricho de cuatro privilegiados que tienen trabajo. No importa que cada día no trabajado sea un día no cobrado, lo que se convertirá en un verdadero drama para muchas familias si la huelga se prolonga en el tiempo o se declara indefinida. Pero que el huelguista ese mes tenga que comer pan con aceite cuatro días de la semana o que su hijo no pueda ir a la excursión del colegio no interesa, no es relevante, no es mediático. Lo verdaderamente indignante y que clama al cielo es que el Usuario huela la basura o llegue media hora tarde al trabajo. Pero claro, si lo pensamos un poco fríamente no existe ningún oficio o puesto de trabajo que pueda declararse en huelga sin afectar al Usuario; si hacen huelga los profesores sufrirán los alumnos y los padres, si hacen huelga los fontaneros y se nos inunda la casa sufrirá el usuario de aguas potables, si hace huelga el colectivo de camareros, los usuarios de cañas y tapas sufriremos el desquite, y si hacen huelga los carteros la banca protestará airosa debido a que no llegan las cartas de embargo y las facturas pendientes de cobro. ¿Lo van pillando? En mi opinión creo que sólo existe un colectivo que podría declararse en huelga y la prolongación de la misma durante meses no afectaría en absoluto al usuario: la clase política española. Pero… ¿Quién es el Usuario? ¿De dónde surge? ¿A qué se dedica? ¿Es mamífero o pone huevos? El Usuario somos tú y yo, el vecino del quinto, el conductor del metro, la mujer de la limpieza y el inmigrante explotado, ningún ente abstracto especialmente propenso al sufrimiento que monopoliza telediarios. El Usuario es un sujeto histórico porque no es ni más ni menos que el proletariado ¿o la junta directiva del Santander coge el metro a diario? Claro que la huelga es un chantaje: o me subes el sueldo o no trabajo. De igual manera que el trabajo asalariado es la más corrupta y perversa forma de chantaje: si no trabajas no comes. Pero ya nos dijo Marx que cuando existen dos clases en pugna cargadas de razones, es la fuerza la que resuelve el conflicto. Por ello al proletariado se le disfraza de Usuario, es la forma más eficaz de debilitar su fuerza: enemistándolo y enfrentándolo entre sí, rompiendo los vínculos de solidaridad de clase. Decía Walter Benjamin que la clase obrera organizada es hoy, junto al estado, el único sujeto jurídico que tiene derecho a ejercer la violencia mediante el reconocido derecho a huelga, un medio puro que justifica un fin noble y legítimo. Celebremos pues nuestra particular forma de violencia: particular porque el cese de las actividades productivas, (una no-acción que es al fin y al cabo una huelga) es la única herramienta que sabemos que ha funcionado históricamente, el único lenguaje que entiende la patronal. Porque lee atentamente compañero y compañera: la huelga es como el sexo, sólo es buena si es sucia, es decir, la huelga sólo es buena si es salvaje. Nos vemos en los piquetes y en las barricadas el 29 de septiembre. |