LA SOLEDAD DE UN ALCALDE FORERO La soledad es un estado lamentable del ser humano. Estar solo, sentir soledad, es como tener hambre y no tener que llevarte a la boca. Más fácil aún, ¿Quién no ha tenido frío una noche de invierno, y no ha tenido nada que ponerse encima? Te acurrucas en posición fetal sintiendo tus rodillas en el pecho y aún así, no puedes controlar tu tiritera, y pides al cielo que por favor pase ya la noche. El ser humano no está concebido para estar solo. Necesita el contacto humano, no hablo de contacto sexual, hablo de comunicación tanto verbal como corporal. Un saludo, un guiño, una sonrisa, una lágrima, etc. Cada vez que entro en la antesala del despacho, puedo oír el chasqueo de sus dedos golpeando las teclas del ordenador al compás de una música estridente. Tras años, este alcalde ermitaño de su despacho, decide salir de su cueva y abandonar a su fiel amante la soledad, para entregarse y sentir el calor de la gente que le rodea. Como buena amante, la soledad, le deja la marca de la amargura, el miedo al fracaso y un complejo de inseguridad. Todo ello reflejado en lágrimas que se dejan ir cuando llega el fin de la jornada: la noche. De sus primeras palabras recuerdo; “estoy solo”, “me siento solo”. “hablo con unas cuantas personas todos los días y de lugares que nunca he pisado, hablo con la mitad de las ciudades de España pero no tengo con quien ir a tomar algo” Este “joven” próximo a los 40 años ha desperdiciado días, meses e incluso años por estar enganchado al foro. Sin exagerar puedo decir que podía estar 16 horas enganchado al foro. De vez en cuando se veía pasar una sombra hacia el Servicio. Era él, y rápidamente volvía a su cueva, sin ni si quiera dirigirnos una mirada, ni un “hola, ¿Qué tal?” Ahora que por fin sale, rehúsa pasear por las calles donde haya mucha gente, procura no hacerse muy visible por miedo al contacto, a no gustar. Por el foro él se presenta como le gustado ser, un pincha uva, déspota, insoportable, prepotente, manipulador, faltando a la verdad, etc. Y ahora en el ocaso de su carrera política, se aproxima la hora de exponerse a la vida real, no sabe como actuar, está asustado y acomplejado. No sabe que fue de ese ser perfecto creado por él en su despacho y que hablaba “por él” cuando se ponía delante del ordenador. "LA SOLEDAD NO TIENE EDAD" |