Mujer en Irán Para las gentes de buena voluntad, que defienden ideologías como la que impera en Irán o profesan los Palestinos de Gasa, los Hermanos Mulsumanes de Egipto, Hezbola´ del Líbano. Y Todos los que quieren destruir a ISRAEL.les pego esta entrevista, quizás les haga ver otra realidad. Texto de ima Sanchís Fotos de Ana Jiménez Azar Nafisi ha escrito sobre el Irán que los ayatolás convirtieron en una tiranía islámica y también sobre su propia vida en una familia acomodada que no era lo que parecía. Su valentía le creó tantos problemas que debió abandonar su país, pero su voz es ahora la de una persona que puede analizar en profundidad tanto lo que significa el radicalismo islámico como el papel de la mujer en el mundo actual. ¿Cómo se conformó su conciencia política? El hecho de que mi padre fuera torturado y encerrado fue decisivo. Yo estudiaba en Oxford en plena revolución pacifista, durante el alza de los movimientos feministas y los derechos civiles, y también formaba parte del activismo estudiantil en contra de la dictadura en Irán, pero tuve problemas con ese movimiento porque hablábamos en contra de la dictadura pero actuábamos como dictadores con nuestro pensamiento marxista leninista y maoísta. Fue una gran lección. Fue entonces cuando conoció a su segundo marido. Sí, era uno de los líderes de ese movimiento estudiantil, que acabó abandonando. Vivíamos en Washington y cuando yo acabé mi tesis volvimos a Irán, en 1979. En plena revolución jomeinista, una revolución que usted había apoyado. Sí, porque iba en contra del sha, pero en realidad nunca confié en Jomeini por lo que había dicho respecto a las mujeres. La primera vez que habló de cambiar las leyes, centenares de miles de iraníes salieron a la calle. ¿Se siente responsable por colaborar con el ascenso al poder del ayatolá Jomeini? Yo no apoyé al ayatolá Jomeini. De lo que me siento responsable es del hecho de que yo, como muchos otros estudiantes en aquel momento, era demasiado ideológica y demasiado inflexible en mis opiniones. No pedimos una reforma, sino el derrocamiento de todo un sistema, pensábamos que sabíamos lo que no queríamos y que no nos equivocábamos al enfrentarnos a la dictadura política, pero no pensamos en lo que sí queríamos. ¿Cómo era la dictadura del sha? Durante la época del sha, la dictadura era de carácter político, y su grado cambió durante diferentes periodos. Pero, incluso durante mi niñez, capté algunas ideas de las conversaciones de los adultos y, más tarde, ya en la adolescencia, mi padre fue a la cárcel; obviamente, toda la familia notaba el aroma de la represión política. Pero, durante la revolución, la tiranía no se limitaba sólo a la política sino que penetró hasta los aspectos más privados de nuestras vidas, el Estado decidía todo lo que hacíamos, la forma en la que nos vestíamos, los libros que leíamos, la música que escuchábamos… ¿Qué imágenes guarda en su memoria de los primeros días de la revolución? Al principio no podían controlar a todo el mundo, y en la universidad en la que yo era docente había debates, todo bullía, pero pronto empezó a actuar la censura, se juzgaba a profesores, cada día había huelgas, boicot, hasta que cerraron las universidades. Al director de mi antiguo instituto lo metieron en un saco, porque a los impíos no se les puede ni tocar, y lo lapidaron por blasfemo. ¿Usted también se sentó frente a las puertas de la universidad para protestar? Sí, éramos muchos participando en las revueltas. Soy testigo de cómo acuchillaban y disparaban a la gente desarmada, muchos profesores y estudiantes murieron. Recuerdo la cara de pavor de un estudiante cuando me dijo que estaban robando los cuerpos de los estudiantes asesinados de las morgues para que no se supiera cuántos muertos había. El pueblo iraní resistió durante muchísimo tiempo. En Occidente se recuerda a Jomeini pero no a los estudiantes, las mujeres, los periodistas que salían a las calles. Nunca olvidaré una escena. ... Los vigilantes de la revolución tiraban piedras contra los manifestantes, yo esta allí, lo vi, pero el gobierno le dio la vuelta y dijo: “Así actúa el pueblo”. También publicaban fotografías de algunos de los que mataban como escarmiento; ahora eso ya no lo hacen, lo esconden. ¿Y las guardianas de la revolución? Eran mucho peores que los hombres guardianes. Por las calles de Teherán y de otras ciudades patrullaban en coches blancos dos hombres y dos mujeres armados, que controlaban el aspecto de las mujeres. Nuestras armas de destrucción masiva eran el pintalabios o mostrar el pelo, y las guardianas eran mucho más intransigentes y crueles con ese tema. Yo no llevo nunca colorete, pero tengo las mejillas sonrosadas… Te paraban y te restregaban por la cara un papel áspero para quitarte el maquillaje. Para entrar en la universidad o en edificios públicos, las mujeres cacheaban a las mujeres para ver si llevabas un pintalabios, te estiraban de las pestañas para ver si llevabas rímel, te hacían poner bien el velo. Era muy humillante. A usted la expulsaron de la universidad por no querer llevar el velo; debió de ser un acto muy arriesgado. Una colega me dijo: “¿Por qué lo haces si tu acto no va a servir de nada?”. Pero a mí me parecía vergonzoso que una estudiante que me había visto siempre sin velo, de un día para otro me viera con él sólo por un sueldo a final de mes. Creo que era importante que las mujeres se plantaran. Incluso cuando volví varios años después, siempre mostraba algo de pelo y me ponía algo de pintalabios. Y siempre tenía problemas con el decano de la facultad, que me exigía ser un modelo. Pero usted insistía. Sí, porque no se trataba de política sino de la negación del ser humano. Tradicionalmente, el velo era algo que las mujeres se ponían si querían, pero Jomeini lo convirtió en un símbolo del Estado. Y, en contra de lo que piensa Occidente, ni el matrimonio de niñas ni la lapidación tienen nada que ver con la cultura islámica. También le asignaron un comisario ideológico. Sí, que me prohibió libros como El Gran Gatsby, de Fitzgerald, Henry James, Jane Austen, Lolita, de Nabokov…, y también poetas clásicos de nuestro mundo, como Omar Jayam, un poeta del siglo XIII considerado materialista y ateo; Firdusi, nuestro poeta épico clásico del siglo XII, porque les evocaba al sha, y hasta Las mil y una noches. Usted decidió abandonar la universidad y seguir dando clases en su casa a siete alumnas. Fui expulsada, y tuve suerte porque alumnas mías fueron asesinadas por estar embarazadas. Organicé un aula clandestina en mi casa con siete de mis mejores alumnas. Por primera vez éramos libres, y empezamos a estudiar y leer los libros prohibidos, escogí a distintas heroínas, empezamos por Sherezade, luego Madame Bovary, y Lolita, con la que empatizaron mucho porque ese hombre cuarentón, Humbert, imponía a Lolita, de 12 años, no sólo su cuerpo sino también lo que pensaba que ella debería ser, lo mismo que les estaba sucediendo a ellas. A Lolita no se le permitió tener una infancia, y ese es el crimen más grande que se puede cometer contra otra persona. ¿Esa era la aberración que se imponía en Irán? Sí, obligándolas en su infancia a casarse con hombres que tienen 60 y 80 años. ¿Qué futuro tiene esa niña? No se trata de religión, son leyes vergonzosas. Que se mantienen. Las mujeres en Irán han luchado muchísimo para cambiar la edad de matrimonio, y hace unos dos años pasó de 9 a 13 años. Pero aun así, el que tiene la palabra es el juez. Las mujeres no tienen la custodia de sus hijos y no se nos permite ser jueces, dicen que somos débiles. Y si testificamos, nuestro testimonio vale la mitad que el de un hombre. Leer Lolita era una blasfemia, ¿no tenía miedo de estar arriesgando las vidas de sus jóvenes estudiantes? Ni sus vidas ni la mía corrieron peligro, he dejado eso muy claro en Leer Lolita en Teherán. Leíamos esos libros para conectar con el mundo y para conectar las unas con las otras, para abrir espacios que la sociedad nos había cerrado. Llegar tarde a clase, hablar con hombres o simplemente reír estaba castigado. En mi casa nos quitábamos los velos y los vestidos largos, debajo de los cuales llevábamos ropa de color. Y leíamos por el puro y sensual placer de la lectura. No creo que ninguna se arrepienta de nada, ninguna me dijo nada en ese sentido. ¿Qué sentido tiene que prohibieran los colores en la vestimenta? Las mujeres, sobre todo en lugares de trabajo, se vieron obligadas a vestir uniformes oscuros y pañuelos. Esta mentalidad no se limita al régimen sino que se extiende a todas las mentes totalitarias que detestan la diferencia y la variedad, que prohíben la belleza y el color. Esta situación se dio en el fascismo, en el estalinismo con sus uniformes grises y en cualquier sociedad represiva. ¿Por qué cree que Jomeini fue tan cruel con las mujeres? Como todos los tiranos, se centró en destruir los derechos individuales y los derechos humanos, y las mujeres se encontraban justo en el centro de los derechos humanos. En países fascistas y comunistas se fijan los mismos objetivos en primer lugar. El ayatolá Jomeini intentó dar una legitimidad religiosa a esa actitud, pero lo que él practicaba no era religión sino tiranía. Muchos hombres han debido de aplaudir la represión de las mujeres. Algunos, sí, pero otros se mostraron muy en contra. Algunos hombres no religiosos se aprovecharon de la situación y se casaron con mujeres más jóvenes aparte de sus esposas. Pero algunos, sobre todo entre los más jóvenes, sentían repulsión ante la idea. Los jóvenes en Irán pueden aprender del pasado, y de hecho reaccionan contra las leyes en vez de aceptarlas. La traición de amigos, compañeros e incluso familiares debió de ser lo más duro de asumir. Sí. Como muchos otros iraníes en aquella época, conozco casos de traición, pero también de compasión y sacrificios sorprendentes. La gente en las cárceles sufrió una tortura psicológica y física terrible. Algunos no lo aguantaron y les resultó más fácil aceptar que eran culpables y volverse contra sus antiguos camaradas. Pero otros resistieron e incluso perdieron la vida. En mis libros, menciono algunos de estos casos. Cuando decidió abandonar Irán de forma permanente, ¿se sintió derrotada? ¿La domesticaron o la anularon de alguna forma? Llevé velo porque al final se convirtió en ley, no porque me domesticaran. Ninguna mujer en Irán o que viaje a Irán puede ir sin velo. Al final opté por llevar el velo mal puesto, quería mostrar que lo hacía como protesta, que lo llevaba porque me forzaban a ello, no porque quisiera. Por eso, otras muchas mujeres y yo misma tuvimos muchos problemas, nos negamos a llevar el velo de forma correcta y a actuar siguiendo sus normas. Cuando me marché de Irán, me sentí triste, desilusionada con el sistema, pero no me sentí derrotada, intenté permanecer leal a mis principios como ser humano, como mujer, como escritora y como profesora. No tengo nada por lo que sentirme anulada o domesticada. Usted pasó de luchar por la revolución a luchar por su vida. Me quitaron la vida cuando me robaron el derecho a ser quien yo quería ser. Si yo no puedo ser la profesora que quiero ser, la escritora que quiero ser, el ser humano que quiero ser, entonces quién soy. La gente piensa que soy una mujer muy política, pero yo no quiero pertenecer a ningún grupo político. Simplemente yo era una joven iraní a quien mataron porque quería leer filosofía. Ahora ya soy otra. De Jomeini a Ahmadineyad, ¿han mejorado en algún aspecto los derechos civiles? ¿Se producen menos abusos? ¿Las mujeres son más libres ahora? Las mujeres han intentado ganar terreno, pero no ha cambiado nada en términos de leyes o de la estructura básica del régimen. Ahora, por supuesto, en términos de represión, Irán está sufriendo uno de sus peores periodos, y el señor Ahmadineyad nunca ha sido el mejor amigo de las mujeres. Se habla de tortura, asesinatos y violaciones tanto de niños como de niñas en el régimen actual. ¿Hasta qué punto es esto cierto? Esta situación la han verificado los que han podido escapar de Irán, aquellas personas que han sufrido torturas y violaciones. Hay cientos de testimonios. ¿La resistencia de las mujeres ha disminuido o siguen firmes? Basta con observar los últimos acontecimientos para comprobar que las mujeres iraníes se encuentran entre las más activas, las mejor informadas y las más inquietas no sólo de la región sino del mundo. No se han dado por vencidas, en absoluto, luchan por sus vidas y por estar presentes en los ámbitos públicos. ¿Cómo vive la sociedad iraní el desafío nuclear del Gobierno? No creo que sea una de las principales preocupaciones, bastantes problemas tienen ya con su propio Gobierno en casa. Ahora es usted profesora en la Universidad John Hopkins, en Estados Unidos. ¿Cómo percibe la tensión con Irán? ¿Cree que su país acabará siendo invadido? Creo y espero que no. No cabe duda de que es una idea estúpida que sólo beneficiaría al régimen. Sus libros están prohibidos en Irá…, aunque muchos los han fotocopiado y los han leído. ¿Cuáles son sus esperanzas? Mis esperanzas están con la sociedad civil iraní. No se cuándo, pero el cambio democrático llegará a Irán porque la sociedad civil es fuerte y está unida. |