La Emigración No hace tanto tiempo, un día en casa del Alemán, escuchaba yo a un Sr. (todos mis respetos merece), que hacía guasas, con fulanito de tal que vino de "Bilbado", o aquél otro que se había comió unas gambas en Talavera de la Reina, el mayor pueblo de Extremadura, o el que preguntaba por el Cañito o el Pilar. Y es cierto que, en muchos casos había exageración, pero también lo es que, en el fondo, la gente volvía, fundamentalmente con orgullo y emoción, de mostrar lo que habían conseguido y aprendido. Algo cierto que yo viví: A finales de los 60, por pura amistad, a mi padre, que andaba en los Madriles, solicitaron que haber si podía buscar trabajo a un muchacho, que apenas había salio del pueblo. De peón de Albañil se lo buscó, y al poco estaba el muchacho camino de los madriles. Fue mi padre a buscarle a la gasolinera del parque Lisboa, y llegó el autobús (viajera) que supuesta mente le traía. Too el mundo se bajó, pero el no aparecía. Menos mal que a mi padre se le courrió asomarse al autobús. Y allí estaba él, sentaito en su asiento; pues su madre le había dicho (cuando se montó), que de allí no se moviera, parara o no el autobús. Cuando llegó a casa, tenía la cara desencajada. Contó mi padre que había venido desde la Gasolinera, pegando voces: ¡Chacho...mira cuantas luces, y cuanto coche y cuanto...!. Empezó a trabajar, no sin esfuerzo, pues dice mi padre, que el primer día casi le tiene que pegar, para en el metro poderlo montar, que el decía que allí no subía, que aquello temblaba y rechinaba to, y si iba a desfaratar. Y por causas de enfermedad, mi madre tuvo que irse unos días al pueblo y se llevo a mis hermanos a cuidar de sus padres. Nos quedamos, mi Padre y yo, con el muchacho. Las comidas eran en una Casa Comidas (un cutre bar); de primero una supuesta sopas de fideos, y de segundo medio pollo asado con patatas fritas, un bollito de pan, y de postre un flan. Todos los días igual. La noche del cuarto día de estar allí el muchacho, nos llevamos un susto. Nos lo trajo la Policía, que le habían encontrado detrás de unos setos de un jardín, cagan..o. Y es que ya no podía aguantar más, que desde que salió del pueblo no había podio evacuar, porque decía, que el no podía hacerlo sentado en aquel agujero. (Mi padre le tuvo que enseñar que había bares, que no tenían taza, sólo agujero, y que allí podía hacerlo en cuclillas). Antes se cobraba por semanas, y el día después, de haber evacuado, al muchacho le tocó cobrar. Como siempre, al mismo bar, y lo de siempre; pero ésta vez, habló el: ¡El puchero de la sopa, lo deja Vd. aquí, y de medio pollo, ni hablar, un pollo pa ca uno, y ya se verá!, ¡Y se va Vd. a la cocina, y me pone aquí a mi lao el saco de pan, y endispues, de flan...pa mi media docena, y lo que quieran los demás!. Y por eso a mi estas cosas me dan mucho respeto. ¿No sé a los demás?. SALUDOS PARA TODOS.
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