La Coronada - Badajoz

Era noche cerrada. A través de la ventana se veía el resplandor de los relámpagos, el viento silbaba y la lluvia caía con fuerza sobre el tejado.
Ángela se encontraba sola en casa, todavía no entendía el porqué no se había marchado con los demás, la llamada telefónica que esperaba se estaba retrasando y no sabía hasta cuándo debería esperar. Decidió buscar un libro para amenizar la espera. Se dirigía a la biblioteca cuando una pequeña corriente de aire la acarició la mejilla, la hizo estremecer, estaba segura de haber cerrado puertas y ventanas. Se volvió, recorrió la habitación con la mirada, pero en ese momento, algo la hizo perder el conocimiento...

_ ¡Qué me ha pasado?- pensó cuando recobró la consciencia. Palmó su cuerpo con las manos pero no encontró señales de haberse golpeado con algo. Recordó que llevaba todo el día sin tomar alimento alguno, sólo el café matutino; eso, junto a la tensión sufrida durante toda la jornada , llevó a Ángela a pensar que había sufrido una bajada de tensión. De todas formas, debería consultarlo con su padre o pasar por el hospital donde trabajaba para que la realizaran alguna analítica, últimamente no se encontraba muy bien. Pero eso sería mañana, hoy tenía otro problema que resolver.
Estaba en esto, cuando la sobresaltó el sonido del teléfono. ¿Sería la llamada que esperaba?....

...Dudaba si levantar o no el teléfono, pero finalmente tratando de controlar su miedo, debido a la noticia que estaba esperando, se atrevió a responder: Dígame. ...Ola Ángela. ...Ola Karmele. ...Pero dónde te has metido Ángela, llevo llamándote toda la mañana y no me cogías el teléfono. Ya me tenías preocupada. ...Pues no he salido de casa en toda la mañana, lo que pasa es que... bueno ya te contaré cundo te vea, pero estoy bien, no te preocupes. ...¿Has sabido algo de Roberto? ¿sabes si por fin le resolvieron el problema en la embajada...

...Creo que si, que ya tiene los papeles en regla y es todo un ciudadano de pleno derecho. Por cierto, esta noche hemos quedado en ir a cenar y luego salir por ahí, a celebrarlo. Sabes que le encantaría que estuvieses tú también, apúntate.
- Ya...pero...es que no puedo esta noche, me es imposible, tengo trabajo. Divertiros por mi los dos. Hasta luego.
-Chao.
Angela quedó pensativa, con la vista fija el aparato telefónico. Algo en la voz de Karmele le había sonado raro. No parecía ella, la chica tranquila y segura de sí misma, metódica, previsible... y además estaba lo que le había pasado a ella esa mañana. Muchas cosas iban siendo las que no cuadraban en un solo día...

Y todas la preocupaban. Pero ahora había que sumar otra más: Karmele. Desde que tuvo la macabra idea de representar a España en el festival de Eurovisión, no era la misma, se había vuelto más ingenua, tanto, que con su canción "TSUNAMI" creía que iba a poner a nuestro país en el primer puesto, ¡cuánta inconsciencia! ¡Y hasta se había atrevido a coreografiarla! Es el límite de la inocencia.
Ángela confiaba que Roberto, en esa cena de celebración, le transmitiera un poco de cordura, él siempre había ejercido una buena influencia en ella. ¿Conseguiría que Karmele se retirara a tiempo?

La verdad es que ahora no podía pensar en ello. Karmele era lo suficientemente mayorcita para saber lo que hacía. Algo más importante ocupaba su mente.
La llamada la había despistado, tardó unos segundos en recordar lo que estaba a punto de hacer antes de esa interrupción. Por fin llegó a la biblioteca, cogió el primer libro que encontró, miró el título, “El proyecto Lázaro”, alguien se lo había recomendado pero no logró recordar quién. Algo la llamó la atención, una hoja estaba doblada, lo abrió por esa página, la leyó, parecía un mensaje, ¿iría destinado a ella? No era posible, allí se hablaba justamente del problema de su hijo, pero…si nadie lo sabía…o tal vez no era así?