La Codosera - Badajoz

-No habíamos visto la playa ni conocíamos el mar.

Para bañarnos en el Molino del Duque, habia que esperar a que pasaran dos horas haciendo la digestión.

Nos dejaban en ayuna, toda la mañana del domingo, hasta la hora de la comunión. Cuando volvías a casa, lo hacias con la cara blanca por la debilidad que llevabas en el cuerpo.

Nos montábamos en bicicletas sin cascos y sin frenos, aprendimos a frenar con los pies arrastrando por el suelo. Conozco a uno que se montó en la bicicleta de su primo, salieron los dos rodando, y llegaron a casa con la cara hecha un cristo.

No teníamos ni lesiones, ni contracturas, ni ná de ná.

Jugábamos a ver quién era el mas bestia. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables.

Los columpios eran hechos con una soga, colgada de la rama de un árbol.

Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos.

Ligábamos a las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo, nos gustaba que gritaran y hasta que se defendieran de nosotros.

Quedábamos con los amigos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a la pelota, a las chapas, al rescate, al güito, a marro, a tintajerrera, al moscón, a entera, a churro, a las siete y media...

En los juegos de la escuela, igual que en la calle, no todos participaban en los equipos que se formaban y los que no lo hacían tuvieron que aprender con la decepción.

Tuvimos peleas y nos dimos buenos castañazos unos a otros y aprendimos a superarlos.

Compartimos la botella y el vaso de aluminio para beber y ninguno nos contagíamos de nada.

Leíamos tebeos y cuentos del Guerrero del Antifaz, de Roberto Alcázar y Pedrín de Azañas Bélicas y esperábamos ansiosos cada semana que llegara el ejemplar para enterarnos del desenlace del número anterior.

Comíamos dulces, pero no éramos obesos, si acaso alguno era gordo, como Paco, y punto.

Colecionábamos los cromos que venían en las tabletas de chocolate y le teníamos que decir a Manolo Solá, que nos guardara el de la tableta, ya que tú solo comprabas una jícara, porque no había dinero para más.

Jugábamos con los palos y los botes. Un par de latas vacias y una cuerda eran suficientes para fabricarte un par de zancos y meterte en todos los charcos.

No teníamos ni videoconsola, ni ordenador, ni siquiera veíamos la tele, porque no había. Solo teníamos.., eso; éramos nosotros mismos.

joder debajo ¡eso lo he hecho yo¡

po por eso lo he puesto, !que te crees! que tu tambien tienes tus años!, que no naciste ayer y los años pasan. Me alegro, si te ha gustado.

me a en cantado que tiempos .entre otro y yo hicimos un fuerte bueno en una hobra cojimos bloques y el techo era un pale con muchas escobas e hicimos una lumbre ... que sofocon de umo

eso mismo pienso yo que los niños de hoy parecen q esta agallinaos con el movil ya tienen bastante y ya no digo na si se acen una pitera en la cabeza ay q llamar al medico para llebarlo a badajoz yo creo q es de lo q comen q parece pienso compuesto

mu gueno Sundu, antes éramos mas duros, había algunos que se gateaban a los árboles y hasta se caían porque se rompía alguna rama, y se levantaban del suelo como los gastos; no les había pasao ná. Si te jasias alguna brecha, sacabas el pañuelo, te lo reatabas alreó y santas pascuas.