La Codosera - Badajoz

-Ayer, pasé por esta carretera, camino de La Rabaza, observando que no todos los bordes eran iguales, solo un detalle me hizo darme cuenta de que un tramo era diferente a los demas; había flores marchitas en la cuneta y junto a éstas otras color amarillas, colocadas por alguna mano femenina, manos jóvenes, manos adultas que te vieron crecer, te peinaron, lavaron tus heridas al caer.Manos masculinas, fuertes, recias, jóvenes como las tuyas, apenas aprendiendo el tacto de otra piel ,manos adultas te sujetaron mientras aprendias a andar. Esas manos, todas están puestas aquí, en esta cuneta de la larga carretera . Los automóviles pasaban y ninguno se paraba pero la cruz estaba alli, junto a los recuerdos de este muchacho con diecisiete años, en una noche de verano. Camina feliz junto a sus compañeros, los demás seguieron andando pero él se quedó aquí en esta recta, los demás siguieron creciendo pero él, aquí se quedaron sus ansias de futuro y sus ilusiones soñadas. Los otros fueron al Instituto, él ya no fué más, en un rincón de la casa se quedó su mochila triste, olvidada, ya nadie se acordará de ella, el chico de diecisiete años no la moverá mas.
-He continuado el trayecto hasta el pueblo y he pensado en tí, apenas unos segundos, pocos segundos, pero estás en mi mente condicionando mi rabia contenida haciéndola mas suave. Mis alegrias se hacen mas fuertes, has hecho que ponga en valor lo tengo, que lo que no tengo espere con paciencia. Cumplidos los diecisiete años, hace tiempo, me pregunto que pasó aquella noche de verano en una cuneta de una carretera por la que tu volvias para estar con tus padres, despues de pasar una velada agradable, junto a tus amigos. Un golpe seco, un grito, muchos gritos, llantos, un frenazo y tú alli tendido junto al rio, sin lágrimas, ya no tienes lágrimas ,ni lloras ni dices nada. Solo silencio. Diecisiete años, solo diecisiete años.