29-03-10 01:34 | #4994885 -> 4994663 |
Por:paeonia ![]() ![]() | ![]() ![]() |
RE: A lenda do Galo de Baercelos Barcelos é uma cidade portuguesa no distrito de Braga, famosa sobretudo pelo seu artesanato, mas também pelos seus monumentos. O Galo de Barcelos é um símbolo nacional de Portugal, encontra-se comumente em lojas para turistas. O podemos ver en cerámica, toalhas, guardanapos, sacos, etc. | |
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29-03-10 15:20 | #4996593 -> 4994885 |
Por:bajo el Puente ![]() ![]() | ![]() ![]() |
RE: A lenda do Galo de Baercelos Muy buenos vuestro portugués. El de paeonia parece que es suyo propio, ¿n0? Os voy a contar algo de la Raya. La semana pasado estuve en La Rabaza. El motivo no era otro que acompañar a un maestro que durante cinco años, (1.963- 1.96 ![]() La Varse era el primer destino que le daban, y lo primero que hizo al saberlo, fue coger un mapa y ver donde estaba situada La Codosera. La distancia hasta Badajoz de 60 Kms., no era muy larga, por lo que le pareció buena la plaza. Cuando se lo comunicaron, era un día del mes de Julio, y junto con otro compañero decidieron venirse al pueblo para conocer la escuela. Después de casi dos horas de viaje, con parada en Alburquerque, La Estellesa los dejaba en el bar de María la Pardala, que está en la Carretera, y gracias a una burra que alguién les prestó, aquella tarde pudo recorrer los siete kilómetros que había hasta La Varse. Hacía un calor de muerte, y después del viaje, estaba un poco aturdido. Pero no había otra cosa. El destino estaba firmado y no le quedaba más remedio que asumirlo. Había venido desde Madrid, donde estudió la carrera, alojado en el colegio de huérfanos para los hijos de maestros . El edificio de la escuela de La Varse era nuevo y él iba a ser el primer maestro que lo estrenaba. Los anteriores tenían la escuela en casas particulares que el ayuntamiento proporcionaba. La nueva escuela también tenía casa vivienda para el maestro, pero él pensaba no utilizarla. La burra los devolvió al pueblo y aquella noche se alojó en la pensión de Cascagrosa, para por la mañana temprano volver a coger La Estellesa y regresar a Badajoz. A la mañana siguiente decidió ir a la inspección y proponer que el no iba a dormir en la casa de la escuela. “ Y, ¿Dónde piensas hacerlo?”, le preguntaron. “Ten en cuenta que a las diez de la mañana la escuela tiene que estar abierta”. “Eso corre de mi cuenta”, le respondió, “no se preocupen ustedes que el horario se va a cumplir”. Satisfecho, porque no le habían puesto impedimentos, de allí se fue a la tienda y se compró una moto, y con ella iba diariamente a La Varse. Se quedaba en la pensión del señó Manué, y conoció lo bien que guisaba la señá María. La mesa siempre estaba llena. Comían el sargento, algunos guardias civiles y muchos viajantes y, cuando los de Correos se enteraron que iba a La Varse todas las mañanas, le encasquetaron llevar las cartas. Manolo, que así se llama el maestro, o don Manolo, como les decían los del lugar, enseguida hizo amigos y comenzó a conocer el pueblo. Uno de ellos era el cura, don Francisco, con el que, junto con José María Sixte, pusieron una academia en una casa cerca de la iglesia, donde preparaban a los niños que querían estudiar el Bachiller. Con el cura estaba mucho tiempo, ya que periódicamente éste iba a la escuela, a enseñarles la catequesis a los niños que cada año hacían la primera comunión, y juntos recorrían los lugares cercanos de España y de Portugal. Con la moto iban a todas partes a tomarse los vinos. Por la tarde, con los del pueblo, cada día organizaban una fiesta. Manolo Rabazo, Agustín Pende, Nicolás el de la Hermandad y hasta el mismo Márquez, se apuntaban a lo que salía. Unos recuerdos inolvidables que en su visita recordaba como si hubieran sido ayer cuando sucedieron. | |
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29-03-10 18:59 | #4997824 -> 4996593 |
Por:bajo el Puente ![]() ![]() | ![]() ![]() |
RE: A lenda do Galo de Baercelos Como veís el maestro se acopló enseguida a la vida del pueblo, tanto es así que pensaba pedir destino al año siguiente y no lo hizo hasta pasados cinco años, que se fue a casar a su pueblo. La escuela de La Varse tenía porche, donde se resguardaban de la lluvia los niños cuando iban llegando desde sus casas. Los de La Rabaza recorrían tres kilómetros por la mañana y otros tantos a la vuelta. Salían para ir a comer a las dos y tardaban una hora en cada trayecto. En la escuela hablaban español, pero cuando salían a la calle lo hacían en portugués. Solo de La Rabaza venían veinte niños, y la señora del bar, nos dice que ahora solo hay uno que lo hace. Los recuerdos del maestro, pasados estos mas de cuatro lustros, son inmejorables, la amabilidad de las gentes, destaca lo serviciales que eran y las ganas que tenían en ayudar en lo que fuera. Así vivían y así los veía él desde una óptica diferente, sin darse cuenta que por una decisión suya les iba a cambiar la vida a los que vivían en estos parajes. El momento le llegó en un invierno por un caso que ocurrió de los muchos que acaecían. Llegar desde el pueblo hasta este precioso valle, en verano podía hacerse, pero en invierno muchos días los caminos estaban cortados por la crecida de alguno de los tres ríos que lo cruzan. Era un día del mes de diciembre cuando llamaron a don Mariano para que fuese a atender a una señora que vivía por allí, próxima a dar a luz. El practicante contrato al chofer, que tenía una DKV y pasaron el río por lo de Tojera, pero como el parto se complicaba, el técnico sanitario decidió llevar a la señora al pueblo. A la señora la acostaron en el suelo de la furgoneta y, junto con su marido, emprendieron el viaje hasta llegar al río, que no pudieron pasar porque la corriente había crecido. Era ya por la noche. El chofer lo intentó y fue peor el remedio que la enfermedad. La furgoneta se quedó clavada en mitad de la corriente y la señora dentro gritando a más no poder. Tuvieron que ir a buscar unos bueyes que fueron los que sacaron el vehículo fuera. En fin, un drama para la señora, que nunca olvidará. El caso se comentó en el pueblo pero nadie hizo nada. Eran cosas que pasaban y hasta entonces había que aguantarse, pero el maestro no estaba dispuesto a que la misma situación se repitiese, por eso al día siguiente escribía una carta al periódico Hoy contando el suceso, y a los dos días estaban en el Ayuntamiento los ingenieros de la Diputación Provincial con un plan de carreteras a realizar. Primero hasta el puerto de Marbanejo y después todas las que conocemos. | |
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