La Codosera - Badajoz

Esta tarde doblaban las campanas para dar el adios a una de las hijas de este pueblo. Fallecida en Madrid, donde residía junto a sus hijos, sus restos llegaron al pueblo para reposar aquí, junto a los suyos, tal como era su deseo.

Esta mujer, toda una señora, al igual que muchos de sus paisanos,también le toco sufrir al tener que dejar a su tierra, a su pueblo y a sus gentes. La sangría de los años sesenta no reparaba en clases sociales y cuando el pueblo no daba más de sí, la solución fue hacer las maletas y buscar otros horizontes de bienestar.

Madrid estaba lejos, pero a pesar de la distancia siempre pensaba en la vuelta a su casa y cada vez que las circuntancias lo permitían, emprendía rumbo al pueblo a pasar cuantos días fueran posible.

Provista de una lucidez maravillosa, recordaba todas las etapas de la vida en el pueblo. Su matrimonio con el médico joven que llegó con su hermano Pepe a pasar unas vacaciones y se enamoraron cuando ella contaba apenas 17 años. Su constancia de querer vivir aquí, en su pueblo, y convencer a su marido, discípulo que fué del Dr. Marañón en Madrid, de que este era su destino para trabajar con cuantos lo necesitaran. Vivir de cerca las necesidades de las gentes de entonces y socorrerlas en lo que buenamente podía. Su dedicación a los más jóvenes, colaborando con los maestros de entonces en todo cuanto le solicitaban.

Mujer de una religiosidad muy profunda, sus colaboraciones con la Parroquia fueron constantes, y su patrocinio fue fundamental para impulsar la Semana Santa codoserana.

Hablar con ella era un placer. Cuantos tuvimos esa suerte nunca la olvidaremos. Su acento codoserano, a pesar de los años vividos en tierras madrileñas, eran su mejor pasaporte y el cariño a todo lo relacionado con el pueblo se notaba enseguida. Hablarle del pueblo era transportarla a su mundo. No dejaba de preguntar por la actualidad y a reir y ser feliz unas veces, y a sufrir otras, por las cosas que pasaban.

Hoy nos ha dejado. Nosotros seguiremos pasando por delante la puerta de su casa, y la veremos cerrada. En Semana Santa, en el mes de Agosto, en la fiestas, en los puentes, que se yo... cuando miremos a su ventana, las flores, esas que a ella le gustaban, ya no estarán en la poyata adornando la sala y, nosotros pasaremos, caminaremos acordándonos de ella.

Descanse en paz.

Y quien es esa tal doña Rosa, porque nos hablas de gente que nadie conoce.

Gracias debajo por ese bonito recordatorio que haces
de Dª Rosa Ochoa del Solar,todo el pueblo la recuerda
con cariño,tambien recordamos a su marido, Dº Gerardo,
medico que fué durante muchos años de La Codosera.
Un recuerdo para sus hijos Gerardo, MªRosa y Jesus.
Siento mucho su perdida de entre nosotros.

No tengo nada en contra de esa señora, pero tanto como recordarla todo el pueblo ya es mucho decir, porque la mayoría no tenemos 60 o 70 años, y no sabemos ni quien es.

Tienes razón pero esta mujer es hija del pueblo, y aunque se fue de aquí, como tantos, buscando trabajo para sus hijos, por que aquí no había, su casa siempre estuvo en el mismo sitio, en la misma calle, y el contacto con el pueblo nunca lo perdió. Esto no es muy grande y si le preguntas a tus padres ó a tus vecinos con más años, seguro que la conocían y sobre todo a su marido que ha sido el médico que más años seguidos ha estado aquí ejerciendo su profesión . Muchas personas han nacido gracias a sus manos y su buen hacer cuando no había medios materiales ni exitían los Hospitales que tenemos hoy. Lo mismo es que vives fuera y no tienes donde informarte.