Las cigüeñas Desde que éramos pequeños, todos guardamos un recuerdo muy agradable de nuestras amigas las cigüeñas. La torre del reloj del viejo Ayuntamiento y la espadaña del campanario de la Iglesia eran sitios fijos donde anidaban cada año. Desde su lugar privilegiado veían pasar a todas las personas. A las que iban a misa ó al rosario ó aquellos que iban al Ayuntamiento a arreglar algún papel. Llegaban unos dias antes de la Primavera, y los niños que jugábamos en la plaza de arriba no éramos ajenos a su presencia. Nada más juntar los palos y formar su nido comenzaban los flirteos amorosos de la pareja ante la mirada atenta de los que júgabamos en la plaza. Su canto matracateado era inconfundible, cada vez que el macho necesitaba los servicios de la hembra. ---Están haciendo el gazpacho---, nos decían los mayores, con lo cual se terminaba la conversación. El libro se cerraba y no había más que hablar. Verlas surcar el cielo, volando por encima de nuestras cabezas, formaba parte de nuestras vidas. El alma se nos alegraba por aquello de recordar que fueron ellas las que nos trajeron al mundo. Al unísono para agradecérselo les cantábamos una cancíon que más de algunos ó algunas de vosotras recordará. Hoy he leido en el foro de Valencia de Alcántara esta canción y a pesar de lo cerca que vivíamos los unos de los otros, fijaros que la letra es parecida a la nuestra, pero no es igual. --Cigüeña mataquella súbete a la peña, y dile al pastor que mande un regalo, niñito de nuestro Señor. |