Sumar y no restar Con frecuencia a todos nos pasa que tratamos de polemizar en temas interesantes para todos echando por tierra la labor que otros han hecho, con lo cual el asunto se corta de raiz y nadie vuelve a entrar en materia. Sobre esto, voy a contaros lo que le pasó a un padre, muy anciano, que llamó a su mejor amigo poco antes de morir, para que se encargar de repartir su herencia entre sus hijos. A la muerte de su amigo, el buen hombre se presentó en la finca para repartir 17 camellos entre los hijos. Según el testamento debería de ser así: "Al mayor la mitad, al mediano un tercio, y al menor un noveno. Que sea condición del reparto que no se mate ningún camello". Dificil papeleta. La mitad de 17 eran 8,5.., la tercera parte no llegaba a 6.., y la novena...Pero el buen hombre pensó y pensó y halló la forma de darle a cada uno lo que le correspondía. El amigo del padre juntó su camello con los 17 de la herencia y contó así con 18 camellos. Al hijo mayor le dió 9, la mitad, al mediano 6 camellos, la tercera parte; y al pequeño le dió 2 camellos, la novena parte. Le sobraba un camello, que era el suyo. El había repartido los 17 camellos de la herencia sin matar a ninguno de ellos y todas las partes quedaban satisfechas.
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