las castañas antiguamente las castañas se asaban en las brasas de la lumbre, y sacarlas cuando estaban asadas, era una tarea dificil de realizar; de ahí debe de venir el refrán famoso de "a ver quién es el que saca las castañas del fuego". Incluso después de estar fuera, mantenerlas en las manos, no todo el mundo lo aguantaba, ya que podías quemarte. Todo esto tenía su encanto. El seguimiento de la lumbre, apartando la llama y dejando las brasas aparte, era seguido con atención por el que tenía el puñado de castañas crudas en la mano. La vigilancia prestada para que que no se quemaran, incluso darle la vuelta utilizando el palo más cercano, era una tarea arriesgada. Había algunos que incluso se quemaban las pestañas al arrimarse a la lumbre; otros eran más expertos y apartaban las brasas, antes de echar las castañas a la hoguera. El que asaba las castañas solía ser una persona generosa que, a medida que las iba sacando, las repartía con los presentes. A todos les daba alguna y seguramente que él se las comería el último, cuando ya apenas quedaran en el montón. Lo espectacular al asarlas era cuando explotaban. Había gentes que no tenían por costumbre hacerles el corte en la cáscara. Algunas se asaban sin problemas, pero otras, al aumentar el volumen daban un estallido y salpicaban al que estaba más proximo. Esta tradición de asar las castañas en el campo, se ha mantenido en el pueblo hasta hace poco tiempo. En los últimos años, el día de Todos los Santos, se incorporó una nueva costumbre por los jóvenes, consistente en tiznarse la cara con los troncos de palos quemados, al final, ya cuando se habían comido las castañas. Para esta nueva generación de mozalbetes parece ser que ya no es atractivo para ellos salir al campo este día con los amigos, por lo que la fiesta ha tomado otro camino. Este año, el Ayuntamiento, para no perder la costumbre de comerse las castañas asadas ese día, se ha gastado los cuartos y ha invitado a todos los que hayan querido degustarlas. Los asistentes que quisieron y que se pasaron por las puertas de la Casa de la Cultura, recibieron un cartucho de castañas calientes, permaneciendo la barbacoa encendida hasta bien entrada la noche.
|