La Codosera - Badajoz

La callejina de los Nogales.

Hace unos días que he enviado una fotografía del pueblo, desde este lugar, que espero la publiquen.

En el pueblo había varias callejas, pero esta era conocida por la callejina, quizás porque su recorrido era mas corto. Hoy ya no se parece nada a lo que fue. Construcciones modernas, casi todas tipo chalés, se han asentado en ambas aceras dándole un aire moderno.

El primero que apostó por este lugar fue un matrimonio; él alemán y ella boliviana. Compraron la huerta de María la Paloma y se hicieron una casa amplia en mitad de la finca. Alemania, Berlín, y La Codosera, era el recorrido que esta pareja hicieron durante muchos años, también contribuyeron a traer al pueblo turistas alemanes y a que se compraran propiedades para quedarse aquí viviendo.

Manolo Lucio también fue de los primeros en hacerse un bonito chalé; Ramón Pérez tuvo durante años lo que fue una discoteca, hoy día cerrada y abandonada, porque ya nadie baila como no sean los carrozas. En esta misma acera, Tomás el Pardal construyó una gran casa de dos plantas, donde tambien viven sus hijas, y en frente, Justo se hizo otra bonita vivienda. Lupe Olmo, fue otra de las primera en construir en la esquina de una calle nueva, y en la otra esquina Paco el Gordo, cuando se jubiló, se vino a vivir al pueblo y aquí se ha hecho otro chalé de planta baja. La huerta de Pacurrín la compró José el Carisa, y hoy su viuda ha reformado la vieja casa, adaptándola a los nuevos tiempos, incorporándole otra planta más. En la otra esquina Luis Olmo, se ha construido un bonito chalé, y en la acera de en frente la hija de Francis ha hecho más de lo mismo; junto a ella, la hija de Carlos Borrajo también ha construido en lo que era el huerto de los Tojeras.

El último en incorporarse de vecino ha sido Paco el Manoto, que hace unos días ha encendido el interruptor de la luz de su bonito chalé.

La calleja de los Nogales, recibía el nombre porqué en las huertas que daban para ella, había estos árboles, que eran majestuosos y centenarios, llenos de hermosas nueces, que los muchachos caían a pedradas, cuando llegaba el otoño. De ellos todavía quedan los de la huerta de la Candela.

De todas las callejas del pueblo, esta era la más céntrica y quizás las mas concurrida. Las gentes que vivían por la Carretera utilizaban este trayecto, mucho más corto, para llegar a la Iglesia. Tenía el inconveniente de que estaba llena de barro, y había que sortear los charcos para no llenarte los zapatos. Unas piedras grandes, colocadas estratégicamente, servían para poner el pié. Era divertido.

Por todas las callejas solía correr el agua de algún regato, pero por está más todavía, toda vez que por aquí pasaba el agua sobrante de la fuente Cantarrana. Hermosos zarzales de moras negras, aquí se criaban, y hasta aquí venía muchas gentes a comer las moras, cuando estaban maduras. De las huertas sobresalían hacia la calleja las ramas de las higueras, y los higos maduros también las gentes los cogían a su paso.

Esta calleja, en forma de te, por estar tan cerca de las casas del pueblo, era un aliviadero muy considerable. Cuando el dolor de vientre apretaba, hasta aquí llegaban vecinos sin poder parar; algunos llegaban hasta corriendo, para hacer sus necesidades. Era frecuente ver las defecaciones a lo largo de la calleja, y a su lado las piedras que le habían servido para limpiarse el culo.

fantastica descripcion de la callejina pero olvidas algo importantisimo amigo, esta calleja fue el picadero por excelencia de los jovenes , hay que tener en cuenta quew hace 25 o 30 años casi nadie tenia coche para irse a dar una vuelta ( asi llamavamos a enrrollarse a alguien e ir a darse el lote o lo que fuera) con lo cual habia que recurrir al sitio oscuro, cercano y mas comodo y esa era la callejina un sitio de maravillosos recuerdos. abur paisanos

cierto siempre fue un buen picadero doy fe

quizás hayamos olvidado que, aquí tambien, se han asentado, Manolo Rabazo, construyendo la cochera para los autobuses de su empresa y un poco más cerca de la Carretera, en la esquina de otra nuesva calle, José Gómez, que se ha construido unas instalaciones de ocio. Me parece que ya no hemos omitido a ninguno más. Apenas quedaner por construir tres solares, el de la Paloma, el de Marifé y el de la familia de Eliso Gallardo.

Efectivamente, tal como nos recuerda nuestro amigo Escurripión, importante fueron las citas amorosas, a la luz de la Luna, que estas paredes presenciaron. Los dias de feria, cuando la Carretera se ponía de bote en bote, para entrar en la Callejina había que pedir número.

Durante el día, en tiempos, cuando la mujer no salía con tanta frecuencia por la noche, las paredes de estos huertos también conocieron batallas amorosas. TRas de estas paredes se celebraban las citas, y la frondosidad de las ramas de los árboles servian para ocultar a las parejas. Las gentes siempre pensaban lo que no era, y cada vez que veían a los jóvenes dirigirse a este lugar, cada uno por un lado y en horas diferentes, se sonreían.