Granja de Torrehermosa - Badajoz

De todos los políticos imputados e incluso condenados, algunos, aunque muy pocos en comparación con los imputados, ahora mismo me parece que no hay ninguno aherrojado, prisionero, enchiquerao. Ni uno. Y son muchos. Tantos que igual mañana cuelgo una ristra de ellos aquí. De todas las tendencias. Que eso de poner el cazo es algo que ha estado y aún está muy bien visto en este País nuestro de nuestros amores y sinsabores. Aparte del Urdanga y todos los demás, hoy, los “medios”, nos enseñan la foto de la ministra de sanidad del Podrido en el gobierno, Ana Mato, y nos dicen que también ha ido y va con una mano por el suelo y la otra por el cielo, arrebañando siempre.

Lo dicho: siglo veinte traicionero, el que no chora no mama y el que no roba es un gil. Ahí tenemos el campo de fútbol inacabado del Valencia con su encantadora musa Rita Baberá y sus Camps y sus Cotinos y sus semejantes o iguales en las Pitiussas. Todo un poema entre amiguitos del alma y gente de buen talante y exquisita educación.

Bueno, la opusdeista Fátima y su virgen del Rosario, tampoco se queda manca la muchacha, pero esta es como más amante de los milagros divinos. De momento, ya ve brotes verdes la buena mujer.

Y los patriotas, haciendo patria. Es lo suyo. En Salamanca y en otros sitios menos ilustrados que se sepa, de la piel de toro nasioná, como diría el primo de mi paisano. Buen, lo de Salamanca es la releche, después de la que el fasccio local montara cuando la Generalitat de Catalunya exigió que le devolviera lo que era suyo porque se lo habían quitado al término de nuestra última incivil contienda, ahora resulta que tenía razón, la Generalitat, que según el Constitucional, hay que devolver todo aquel patrimonio documental que le fue arrebatado al una vez más vencido por la fuerza de las armas, pueblo catalán.

Pero esto último ya era esperado por todos y hoy, ya no es noticia porque, la noticia gorda está entre las filas del Podrido. El Zar, ya ha denunciado al periódico el País, por atentar contra su honor. Lo que yo me pregunto y no soy capaz de dilucidar es ¿dónde tendrán el honor estos elementos? Casi seguro que en alguna caja fuerte de algún bankio de algún amigo bankiero. Este, y el otro también, es muy español, tan español que España, la única y verdadera, es la que él defiende que, seguro, es la misma que defiende Bárcenas. ¿Este, cuántas veces estando en algún miting de su facción ideológica o secta y habrá gritado con todos sus bríos eso de ¡Viva Ej paña! Ni lo sé ni me importa porque a mi parecer, la España de esta gente, es la de los impuestos evadidos, oficio al que parece ser que se dedicaban algunos una vez que se apagaban los focos y se guardaban las banderas o, cuántas veces en el Congreso, habrá aplaudido y jaleado a su jefe a porque hacía una encendida defensa de la unidad de España y porque estaba dándole caña a los rojos rompepatrias y luego, tras cumplir con su parte en el fragor de la pelea, habrá salido pitando para Suiza a comprobar cómo estaban de gordas sus cuentas bancarias y de paso, respirar el aire puro de las montañas.

¿Cuántas veces habrán dicho que España se rompe? ¿Cuántas les habrán jaleado por decir eso?
Muchas sin duda, porque esa es la España que más temen perder, la que les suministra el dulce maná del que se alimentan. Por eso dicen tantas veces que se rompe, porque la quieren entera para ellos, su finca, con sus manijeros y cortijeros, con sus criadas para todos y con sus gañanes y sus sicarios vigilantes y sus vacas y sus ovejas para el ordeño diario.

Los demás que coman terrones, que duerman al raso que es muy sano, que se mueran de asco, que se vayan a trabajar que eso es bueno porque así manda divisas que engordan sus bankios y sus panzas de perros pachones.

Salud.

Al honor derecho tienen
el catalán y el español
pero Rejoe no lo sabe
y Montoro no lo aprendió.

Por eso de ese principio
que ahora exigen con ardor
la Cínica y el portavoz,
en las últimas elecciones
del se burlaron feroz.

Derecho al honor él tiene
y no entro a dilucidar
si junto con la Esperanzan
a alguien quieren destronar.