Calamonte - Badajoz

¡Bucay...que sorpresa!

Personalmente, me impresionó mucho la hitoria de un hombre que perdió sus dos piernas.

Era un señor muy activo, practicaba vario deportes y disfrutaba reuniendose con amigos para hacer excursiones.

Después del accidente y con la ayuda de esos amigos, comenzó a desplazarse con una silla de ruedas.
Sin embargo, su caracter empezó a agriarse y entonces, las visitas de sus amigos eran cada vez más distantes, hasta que, sin poder soportarlo más...

Un día hizo que le acompañaran a la ferreteria del pueblo, compró una motosierra y, con ella encima de sus muñones, se fué a local donde se reunian sus amistades.

Sin mediar palabras, la puso en marcha y...¡de nuevo era feliz, volvía a estar en igualdad de condiciones con todos los demas!

Esto no es de Bucay, pero me gusta y me hace pensar muy a menudo.


Caminaba con mi padre cuando el se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:

Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: Estoy escuchando el ruido de una carreta.

Eso es -dijo mi padre-. Es una carreta vacía.

Pregunté a mi padre: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aun no la vemos?

Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.

Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:

"Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace"