Cabeza la Vaca - Badajoz

Cuando Arcadio Buendía, el abuelo del coronel aureliano fundó Macondo en medio de la selva tropical estuvo luchando contra la maleza durante muchos años, los caminos que abrían hoy, mañana estaban comidos de hierbajos y ramas, las zarzas se metían por las ventanas de las recién construidas cabañas de paja y tierra y se llevaban a los niños que dormían tranquilamente en sus cunas y más de una madrugada encontraron a algún perro que había sido ahogado por la maleza y se lo había tragado la tierra. Y es que la naturaleza cuando se pone cabezona es capaz de cualquier cosa…
En eso debía de estar pensando el concejal cuando mandó fumigar las zarzas de los caminos, pensó que era mejor acabar con ellas antes de que fuera demasiado tarde y un buen día decidió luchar contra esta peligrosa invasión, primero de manera casi artesanal, con fumigadores manuales, poco a poco, para evitar daños colaterales, un poquito al lado de esta cuneta, otro poquito en este descampado… fumigaba y fumigaba, en contra de todas las leyes, a espaldas de las autoridades de Medio Ambiente, en contra del Seprona, eso contaba en los plenos municipales mientras el secretario mascaba chiches, fumigar y mascar , fumigar y mascar, a su lado estaba la alcaldesa complaciente, todo normal, fumigar y mascar. Pero como no podía ser de otra manera la cosa fue a más, las jodidas zarzas se hicieron resistentes al veneno fumigado y empezaron a crecer y engordar, igual que los chicles del secretario en los plenos, y ahí fue donde empezó la verdadera guerra, el concejal no podía tolerar de ninguna manera que aquellas miserables zarzas les llevaran la contraria, y fue entonces cuando se le ocurrió los de los camiones cisternas, primero empezó con uno de los pequeñitos. Al principio era suficiente, un camión de veneno por semana, que llegaba junto al camión de chicles que encargaba el secretario para tener qué mascar en los plenos, pero las jodidas zarzas volvieron a desarrollar resistencias y aquello las alimentaba , eso sí, acabó con todos los insectos, con todos los pájaros y todos los lagartos, con varias viejas del pueblo y casi acaba con el obispo, pero las malditas zarzas se resistían y por eso no tuvo más remedio que comprar las avionetas de fumigueo, se las oía despegar antes del amanecer que es cuando este veneno es más efectivo, antes de que salga el sol, que para eso el concejal era de campo y entendía mucho de este asunto, que la gente de campo tienen como un “don” natural para estas cosas, no como otros que no han cogido nunca una aceituna ni han ordeñado una cabra, y ahora se atreven a opinar sobre los problemas rurales ¡ilusos!, bueno como iba diciendo las avionetas despegaban al amanecer con las barrigas llenas de veneno, salían del hangar que habían construido en las naves de la calle San Benito, que ahora compartían con los sacos de chicles para que el secretario pudiera asistir a los plenos, treinta y dos avionetas de dos motores en cada ala, restos de la última guerra, inservibles para el combate, pero que para enfrentarse a una legión de zarzas iban de maravilla, fumigaban y fumigaban, durante horas, volvían a medio día, con sus barrigas vacías de veneno, que ahora estaba esparcido por todo el campo, que había contaminado todas las aguas, incluso el pantano de la calera que ahora tenía un color verdoso panza burro que el propio concejal se encargaba de decir que era bueno para el escorbuto y los dolores de las verijas. La guerra química duró años, las jodidas zarzas retrocedían para después atacar con más virulencia, hasta que un día entraron en el pueblo cuando se estaba celebrando el último pleno, y preguntaron por él, ¿dónde está el gracioso del liquidito?, todos se quedaron de piedra , nadie podía responder, al secretario se le atragantó el chicle, chop, chop, fuuuu… a la alcaldesa le salió una sombra de preocupación, y pensó si no tenía que haber parado aquello antes, por fin a otra concejala le pareció que había pasado algo interesante y cambió su cara de aburrimiento, las zarzas fueron rodeando a toda la corporación, la policía local intentó detener aquello, pero no pudieron hacer nada y tuvieron que rendirse ante tan cabreado enemigo, poco a poco el cerco se fue estrechando, las jodidas apretaban con ganas, las espinas se clavaban en la carne de los ediles, ahhh, socorro, ¿Dónde está el servicio?, … continuará….

¿Cuando llegará el segundo capítulo? ¡¡¡Estoy impaciente!!!

Aquellos que asistimos al último pleno ordinario entendemos perfectamente este divertido relato que me ha hecho morir de risa. MUY BUENO.

Me gustaria que alguna persona de las que estuvieron en el pleno contaran aqui que fue lo que ocurrio. Gracias

acompaño el sentimiento, descanse en paz

jajajaja que malo/a eres 346

496: qué rollo te has marcado con el libro de Cien años de Soledad, qué gente tan culta anda por etos andurriales.

oye 319, por lo visto el concejal Laureano mando a fumigar las zarzas sin avisar antes al pueblo. Con lo cual hubo vecinos que fueron al campo a recojer "acerones" con la intecion de comerlos, sin saber el peligro que ello tenia al estar rociado con un producto toxico para el consumo humano. Lo que acontecio en el pleno no lo se, pero creo que esta basado en eso, 319.

¿Cuando va a salir la revista de IU? tengo ganas de leer lo que paso en eso pleno. Por cierto, dicen que si escribes ahi un articulo firmado con tus iniciales hay unos sociatas babosos que enseguida se ponen a mirar las listas del censo, para ver quien es el que escribe.

510: cuidaito si escribes algo para esa revista, pon las iniciales de Lola Flores o Perico el de los palotes, que eso es cierto.