DÍa del maestro-profesor Como hy es el DÍA DEL MAESTRO-PROFESOR, quiero introducir para mis amigos del foro de Burguillos un poema que compuse "A MI MAESTRO EXTREMEÑO" con los recuerdos de mi infancia escolar. Sí, un homenaje de agradecimiento a esa persona quijotesca, generosa, altruista... que lucha en solitario contra los molinos de viento del analfabetismo, la incultura, los malos modos de modas poco modélicas que alejan a la juventud de los verdaderos valores (que cuestan poco y valen mucho...). Muchas veces esta tarea no es valorada ni agradecida, sino criticada y vilipendiada por una sociedad conformista y sanchopancesca,sumida y consumida por un consumo desenfrenado y adormecida por el "panem et circense" (pan y circo) del fútbol, los toros, la televisión... que le sirven de balsámico anestesiante... Espero que sea de vuestro agrado... Ya me dirás qué te ha parecido, amigo Nacore. Espero que cumplas la promesa de las fotos de mi querido pueblecito Jaraicejo. Saludos cordiales a todos de un extremeño de la ausencia Wenceslao Mohedas Ramos Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona A MI MAESTRO EXTREMEÑO Por maestro, por “padre”, por amigo, te dedico este lírico homenaje: un poema compuesto con bagaje de recuerdos, vivencias... que bendigo. Me sembraste, maestro, la semilla del cultivo ideal, que es la cultura, en parcelas mentales con ternura, con el lápiz, la goma, la cartilla... Dirigiste mis pasos inmaduros por las sendas angostas de las frases y, al compás de tus pasos y tus clases, fui ganando horizontes más seguros. Me enseñaste a soñar con otros mundos más allá de costumbres y rutinas y a volar tal las leves golondrinas por azules celestes más profundos. Me alumbraste –tal faro- mi sendero en la noche sin luna de mi infancia; disipaste mis sombras de ignorancia con la luz de tu espíritu sincero. Me rompiste en pedazos la pereza - telaraña en las mentes infantiles -; deshilaste los hilos tan sutiles de la venda interior de mi cabeza. Me iniciaste en el culto a los saberes en el templo sagrado de la escuela; despertaste mi mente en duermevela con la espuela especial de los deberes. Me libraste con libros del hastío de esas almas vacías de inquietudes, cultivando cosechas de virtudes culturales en campos de baldío. Me colmaste el vacío recipiente de mi mente sedienta de sapiencia y calmaste de angustias mi existencia con efluvios fluviales de tu fuente. Me prendiste la llama del lirismo -¡fervorosa pasión por la poesía!- que tornó mi tristeza en alegría y, en amor solidario, mi egoísmo. Me plantaste ilusiones, ideales, sentimientos... en tierra de bonanza y ya apunta hacia el cielo mi esperanza por encima de bienes materiales. Resolviste las dudas, los problemas que cubrían mi vida de ceniza; con la nívea blancura de tu tiza, me pusiste en claro mis dilemas. Tú le diste a mi vida otro sentido más ameno, más pleno, más sublime y mi pluma, maestro, te redime de las sombras voraces del olvido. A tan alta labor, qué bajo precio; tu sudor interior no ve el ingrato y te paga tu esfuerzo tan barato por cosecha invisible para el necio... Tu recuerdo indeleble va conmigo como un grato e ingrávido bagaje y estos versos son lírico homenaje al maestro y al "padre" y al amigo. Wenceslao Mohedas Ramos |