Burguillos del Cerro - Badajoz

- Mi padre quiere hablar contigo – me dijo, mirándome a la cara y tomando mi mano.
- ¿Cuando?-pregunte, tragando saliva y buscando acomodo dentro del coche, sabiendo que no lo iba a encontrar.
- Esta noche, estas invitado a cenar - me dijo ella con un tono de sombra en el horizonte.
Me presenté en su casa a las nueve como me había dicho, estaba nervioso, muy nervioso, sabia que era un hombre serio, poco dado a las bromas y muy cuidadoso con aquella niña que me había vuelto loco. Toqué el timbre y al oír los pasos detrás de la puerta sentí un sudor frio, sin sudar, ¿curioso, no?, se abrió la puerta y allí estaba él, su padre.
- Bu, buenas noches- balbuceé mirándole a los ojos, mientras me miraba con un mirar sereno y de arriba abajo. — ¡Pasa Damián, pasa hijo!- dijo apartándose y dejándome pasar, mientras me daba una palmadita en el hombro.
- ¿A que te dedicas?—me pregunto después de sentarnos en el sofá marron de skay. -Me ha dicho la niña que eres un buen albañil y que vás a dejar a tu padre y ponerte por tu cuenta. – dijo, sin esperar respuesta a su pregunta. – Mira, piénsalo bien que como tu padre no te va entender nadie—Volvió a decirme sin dejarme abrir la boca, lo cual agradecí.
Ella apareció en la puerta, limpiándose las manos con un trapo, sonriendo y nerviosa – Bueno, cuando queráis podemos cenar –
Hablamos poco, durante la cena , que si el Madrid, que si el aleti, a él no le gustaba el futbol y a mí tampoco, ayudamos a “la niña”, como él la llamaba a quitar la mesa y una vez que estuvo todo en orden ella insistió - ¡iros, iros al salón que esto ya lo acabo yo!. Me di cuenta que allí empezaba la “prueba”.
Puso una copa delante de mi y me sirvió, aspiro una larga calada de su cigarrillo y comprendí que aquello tenia que empezar.-Vera yo quiero mucho a su hija, y ella yo creo que…-- me puso una mano en el brazo y con este gesto me hizo callar, para decir a continuación:
- Verás, hijo ya me he dado cuenta de cómo se le iluminan lo ojos cuando llamas, me he dado cuenta que se pone guapa cuando espera verte. . ., sabes que su madre murió siendo ella muy niña, y si no lo sabes yo te lo digo, ella es igualita que su madre, yo quise mucho a aquella mujer, y quiero mucho a esta niña, por ella y porque me la recuerda constantemente, y si tu la quieres aunque fuera la mitad de lo que yo quise a aquella mujer, solo por eso, hijo, solo por eso mereces que ella te quiera. Yo la he cuidado hasta ahora, nunca dejé que la hicieran daño, y si algún dia, dios no lo quiera, me entero que la partes el corazón, entonces hijo yo te parto el alma. – Después de decir todo esto sin soltarme el brazo; se hechó para atrás, y entonces fui yo el que se bebió de un trago la copa.
En ese momento apareció ella por la puerta y dijo -- ¡Vaya que callados estáis!.
Nunca tuvo que cumplir su palabra no me partió el alma, ni yo le partí su corazón.

Que bonito,de verdad que conmueve.

Creo que esta historia la hemos vivido todos de una forma u otra,bien siendo el o siendo ella.

Muy conmovedora y real como la vida misma,gracias por el regalito.