Barcarrota - Badajoz

28 de septiembre de 2009.-
El 8 de abril de 2008, Zapatero no veía la crisis. Aquel día compareció en el Congreso de los Diputados para obtener su investidura. Y allí, con la solemnidad que la ocasión requería, dijo:
"los superávits acumulados en los últimos años permitirán absorber el impacto que una menor actividad en la economía pudiera tener sobre los ingresos públicos y el aumento de algunos gastos ligados a la protección social sin necesidad, ni de subir impuestos, ni de imponer recortes sociales".
El problema no es que hace menos de año y medio no acertara a ver venir la crisis, sino que fue incapaz de calcular que al ritmo al que paleaba dinero público (400 euros, 2.500 para cada parturienta) iba a liquidar el superávit y a subir los impuestos.
Esta misma semana anunció desde Nueva York que el esfuerzo lo harían las rentas más altas. Hechos: sólo el 4% de las declaraciones de la renta superan los 60.000 euros anuales. El titular de EL MUNDO se caía por su propio peso: "Las rentas medias y bajas pagarán el 96% de la subida de impuestos".
Ahora resulta que los impuestos indirectos son un ejemplo de fiscalidad progresiva. La única medida fiscal directa es la retirada de los 400 euros que el presidente ofreció con carácter universal en la campaña electoral de 2008. En su argumentario defendía el Gobierno que la linealidad de la devolución era una medida progresista: al suponer un porcentaje mucho más alto de los ingresos de un mileurista que de don Emilio Botín, pongamos por caso, supone unos ingresos relativos mucho mayores.
La medida era una estupidez. Hubiera sido aceptable si se hubiera establecido exclusivamente para las rentas más bajas, para aquellas personas para las que esos 400 euros eran la frontera entre consumir y no consumir, familias que al recibir la pasta iban a salir a buscar el supermercado más cercano. En ese caso iban a servir para expandir la demanda agregada. Dárselos a personas que no iban a modificar sus hábitos de consumo por ello es despilfarro. En cambio, las rentas más bajas no llegaron a percibirlos.
Retirar los 400 era razonable, pero manteniéndolos para rentas bajas y extendiéndolas a las muy bajas que no las habían cobrado. Al quitar la medida para todos, el Gobierno debería aplicar la misma lógica que empleó al crear la ayuda. ¿A quién le supone mayor esfuerzo fiscal la retirada de los 400 euros, al mileurista o a don Emilio?
Bueno, pues eso es lo que no hay que preguntarse ahora. Con el afán de servicio que ha caracterizado siempre a este blog, brindamos a Manufacturas Ideológicas Pajín un argumentario irresistible para que los paganos (a los que pagamos impuestos, ¿nos considerarán unos impostores?) aceptemos los designios del mando con alegría y espíritu solidario: Incorporar el video a todos los actos del partido e invitar a las Juventudes Socialistas a que hagan versiones rap del mismo.
Completar el mensaje de la canción con las consignas adecuadas, por ejemplo:
El dinero no da la felicidad.
El hombre feliz no tenía camisa.
No es oro todo lo que reluce.
Antes entrará un camello por el ojo de una aguja que el presidente de la CEOE en el lado correcto de la historia.
Los ricos también lloran, aunque tengan sicavs.
Comentario de textos: Examinen la sentencia de Séneca: "Nunca hay viento favorable para quien no sabe adón de se dirige". Comentar con el compañero o la compañera de pupitre o pupitra. ¿Conoce a alguien a quien podría cuadrarle la observación? Dé nombres y razone su respuesta.