Badajoz - Badajoz

Y siguiendo con el tema de hoy, que iba de ratas de cloacas y otras de alto copete. Conteniendo las ganas de vomitar bajo de nuevo a ellas y tras observar el espectáculo, me tapo la nariz con la mascarrilla antigases putrefactos y veo, con qué entusiasmo digno de mejor causas ha salido la caverna mesiánica y mediática, a berrerar por todos los foros actualmente vigentes las malignidad del ejecutivo central.
Al ver con qué desfachatez y cinismo, un partido que quiere gobernar en todas las Españas...
Todavía recuerdo porque no hace mucho tiempo que pasó el asunto, con qué énfasis algunos de estos que hoy se la cogen con papel de fumar, (o sea, la Hidra, ese conjunto de células especializadas en la maldad por la maldad surgidas a partir de la inicial y todas ellas, uniformadas coriféas en formación) aplaudían entusiasmadas las acciones de una banda de asesinos surgida entre los bastidores polvorientos de su propio seno y, cómo denostaban las acciones descompaginadas de unos guindillas que no sabían a ciencia cierta si el enemigo estaba enfrente o eran sus propios capitanes entre bastidores. Eran tiempos oscuros, cierto, pero había gente entonces como ahora, que se jugaban y a veces, perdían su pellejo sin enterarse muy bien de por dónde le venían los tiros. Nada nuevo por otra parte porque ahora mismo está pasando.

Cuando una célula cagona perteneciente a la comparsa de la bandada sulfurosa de Los Patas Cagás de este Almendral de Badajoz que en su puñetera vida la ha visto más gorda en los delicados temas relacionados con la lucha insidiosa que se dirime en las cloacas o, en los terrenos siempre farragosos de la Justicia ordinaria, (por cierto, el único Poder del Estado que aún no ha hecho La Transición), se convierte por arte de birlibirloque en juez y parte, juzgando y sentenciando antes que el o los Tribunales encargados de hacerlo, emitiendo públicamente un veredicto y condenando a morir en la hoguera o garrote vil a algunos o todos los imputados en una acción delictiva, sino fuera por lo triste, sería de risa, cuando no una ingerencia en asuntos en los que no tiene competencia.

Ahora bien, como ya dije ayer si no recuerdo mal, por aquí tenemos una panda de ideólogos salvapatrias producto genuino de casposos serrallos, que se alimentan unos a otros con el producto de sus propias heces y que se dedican como las gallinas, al noble deporte de expandirlas para contaminar con sus pestes a todos los demás, sembrando sin pudor alguno el odio; la animadversión el miedo y la confusión, en una sociedad más bien refractaria a usar el tarro para algo más que lucir tupé, a sabiendas, bien adoctrinados y dirigidos para actuar de consuno, tergiversando, inventando y menospreciando todo aquello que no surja de la profunda sima de sus intereses o tragaderas personales.

Que se arropen con la bicolor es cosa sabida, lo hacen para mover los sentimientos de pertenencia a tribu que todos llevamos dentro. Pero lo que jode, es que se la apropien y la pongan al frente y como símbolo de sus intereses personales, como si de ellos solo fuese emblema, igual que la divisa de una ganadería de toros. Y gritan Viva España. Supongo que lo que ellos entienden por España, su España. Porque los que no tienen su misma visión de España o de las Españas que conforman estos reynos al que hemos convenido en llamar así, no son buenos españoles, de bien, como ellos.

Y, con mayúscula, imploran y te ponen por delante a Dios, porque está de su parte puesto que son los elegidos, los buenos. Claro que, debe ser el dios de los católicos romanos, el que ampara a los poderosos a la sombra siempre de don dineros, no al Dios Padre de Jesús el Crucificado.

Como es natural también y haciendo caso al píe de la letra a su manual de instrucciones y las directrices de su guía espiritual, se han buscado un enemigo en el que personalizar sus ataques siempre sibilinos, tendenciosos y rastreros. Y ahí están erre que erre con su cantinela que ya dura varios años.

Pero a mi, de lo que me habría gustado hablar hoy, sería de un especialista en escalar altas cumbres nevadas e, incluso, en abrir nuevas rutas, un señor de apellido Bárcenas que, según él dice, abrió una nueva en Suiza, ese paradisíaco estado dividido en cantones donde la pasta gansa recibe la más calurosa de las acogidas.

Salud y República.

Perplejo estoy casi siempre, y hoy, no sé si ponerme a despotricar contra la Banda los Patas Cagás que tienen los foros de este Almendral de Badajoz hecho una pocilga o, irme al extranjero, Suiza por ejemplo, a abrir rutas nuevas para ascender a cualquier monte nevado con toda mi familia a gastos gratis total o, ir por las sedes de todas esas pequeñas empresas, bares y restaurantes. Por pueblos, pueblines o poblachones , campos y zonas industriales, a la caza y captura de quienes trabajan y cobran sin que los den de alta en el seguro y a quienes les contratan.

También podía, intentar dilucidar en qué consiste eso de los EREs que con tanta prodigalidad se ha llevado estos últimos veinte o veinticinco años pasados y que han tenido uno de sus puntos culminantes en Híspalis y sus barridas de Triana , el Arenal y Santa Cruz o, subirme a la Sierra de Monsalud, y desde allí arriba y a mis anchas, subido en lo alto de un peñasco con un garrote en la mano, aullar a pulmón libre como un templario farsante o un caguetoso cualquiera.

Pero como el tema actual va de cloacas, ratas, y reptiles de toda condición y laya, incluidos los camaleones, (esos bichos tan bonitos que cambian de color a conveniencia con sus ojinos redondos
y su lengua pegajosa), he decido quedarme por la Fuente del Parque. En La Plaza Grande, sentado en uno de esos bancos que hay a la sombra del almendro en flor, tan elegante.

Tiro de petaca y yesquero e invito a mis pacíficos paisanos mayores de edad iniciando tras este prolegómeno, una amena conversación que gira en torno a nuestros años mozos y de cuando estábamos ganándonos unas habichuelas que por aquí nos negaban en tal o cual rincón de la variada España.

Uno dice, que estábamos dando el callo en unos ubérrimos campos por tierras lleidatanas a orillas del Segre, al caer la tarde y en un bar, cuando dieron por la teleagilipollante la noticia de que se habían baleado a JFQ.

De una cosa pasamos a la otra y despacito pero sin pausa, nos damos un paseo por el laberinto de nuestros recuerdos y llegamos a aquellos ilusionados años de La Transición y, regodeándonos entre sus luces y demasiadas sombras, nos volvemos a dar de bruces una vez más, con las alcantarrillas, no sólo locales, sino de todo el aparato del Estado que después han dado en llamar “del bienestar”.

Ya puestos, con la boca caliente, dejamos que afloren nuestros fantasmas y las filias y fobias que hemos ido almacenando con el devenir de los tiempos vividos sin dejar títere con cabeza. Y, desde batallones vascos, Montejurras, operaciones galácticas, conversaciones argelinas, santuarios franceses y hasta edificios conventuales en Donosti, llegamos hasta hombres uniformados y sin uniformar y sus altas cabezas cubiertas con elevados copetes.

Y pasamos de puntillas sobre un 23 de octubre y unos tanques apatrullando Valencia, y los destapes de serranos cuerpos femeninos por imperativo del guión y la eclosión de un mundillo aletargado que empezó a vestirse con prendas de mujer o, darle rienda suelta a sus fantasías sexuales mientras eran cabalgados por dóminas inflexibles. Y aquellos que fueron tildados de traidores por quienes habían sido sus compañeros de viaje durante el franquismo ya que no se plegaron a sus exigencias de retorno a un pasado de polillas, mucha caspa y panderetas.

Sin agotar ningún tema por extensos y complicados para nosotros que los recordamos sin querer volver a vivirlos, soltamos un sonoro carpe diem, y nos vamos todos juntos a tomar las once al bar Nuevo porque el del Negro, aún está semiabierto y es que, ahora que ya van siendo los días más largos, la noche se hace más corta (obvio) y los párpados se quedan pegados con las legañas.
Mañana verá el tuerto los espárragos.

Salud y República.

¡Ah de ti, destemplado de Sión!
Qué vergüenza paso yo
que he nacido por Badajoz
oyendo por toda La Raya
esos ayes lastimeros
que unos templarios punteros
emiten desde sus tumbas
leyendo a monjil cagalero
que por aquí suelta sus plastas
abriéndose bien de patas
tal como hacen las vacas.

Rojos de rabia y vergüenza
en su impotencia reclaman
a ti guerrero mojama
seas de Pozuelo o Sigüenza,
que no holles con tus patas
los terruños que ganaron
sin hacer labor de zapa
y dando honrados la cara
en el campo de batalla,
no como tú, ¡antigualla!,
que has usurpado el nombre
de unos pobres caballeros
que protocolos no urdieron
para quedarse el mundo entero
y dieron siempre la talla.

Que por cantar las cuarenta
a serviles monjes panzudos
les quitaron sus prebendas
y al potro los sometieron
y les incautaron sus cuentas
sin tener siquiera en cuenta
las riquezas que ellos dieron.

Y ahora después de tanto tiempo,
apareces con tus diarreas
sembrando todo de excrementos
como haría cualquier jumento
arrastrado por la marea
y la falta de entendimiento.

Cambia ese nombre, ¡traidor!
No insultes así a unos muertos
ni mancilles más su honor
vengas o no de Sión.