Almendral - Badajoz

Ya sabes mi paradero, trasegando unos Gandesa acompañado de jamoncito Porrinero.
Queda lejos Rocroy, pero en Flandes y por aquí persiste cabezón su recuerdo. Hoy, la batalla será lejos y en lo que menos piensa el personal es en aquellos tiempos en los que nuestros Tercios fueron pasados a cuchillo cuando formados en cuadro se enfrentaron a un contrincante superior en número y mejor alimentado, vestido y armado, que aquellos harapientos soldados de fortuna que hacía meses que no ingresaban ni una moneda en las faldriqueras de sus remendados uniformes y, ni siquiera una coliflor que acallara el ruido de sus tripas, hurtada en los fangosos campos por los que se movía aquella "furia española" que murió sin un lamento, quizá consciente, de que no le iba servir de nada y que había que ahorrar energías para al menos, ir bien acompañado de holandeses hasta las calderas de Pedro Botero.
¿Sudáfrica? ¿Dónde demonios queda ese País? Bueno, es igual, donde quede, el caso es que sea lejos. En algún sitio donde los anaranjados no se sientan como en casa, para que la relación de fuerzas físicas y psicológicas esté más equilibrada y, ese buen conjunto futbolero formado en su mayoría en el nordeste peninsular, sea capaz de exhibir en toda su intensidad, las esencias que primero Guardiola y después del Bosque, le han inoculado hasta llevarlo por primera vez y ojalá que no sea la última, a ser proclamado como el mejor entre los mejores.
Están lejos también los tiempos "del aparta Iñaki que los arrollo", el toro, porque como dice Puyol, cada día "corro menos y pienso más". Que así sea, que se corra a su debido tiempo y que se use la cabeza para lo que está diseñada por la madre naturaleza.
Y hablando de cabezas, si miráis las fotos, veréis que a la moza de la fuente, le han puesto una nueva y que el parque, está siendo remozado. Os adelanto, que han hecho bancadas de mampostería a las que, seguramente, recubrirán con vistosos azulejos y que hay agua para dar y regalar por lo que, probablemente, algún jardinero diligente y enamorado de su oficio, hará que para los próximos días de feria, este emblemático y único rincón almendralense, esté florido y hermosos y sea lo más parecido al Edén donde, hasta los más chicos, puedan disfrutar de algún artilugio que no esté oxidado ni tenga aristas punzantes o cortantes. Así que, por primera vez y sin que sirva de precedente, vamos a apuntarle un tanto a los munícipes al mando y a sus correligionarios pues, al fin y al cabo, más vale tarde que nunca.
PODEMOS.

ah mi amigo, punto y coma corto y corrijo, jaramago de alto grado.

Piri

El pulpo tenía razón. A este cefalópodo habrá que hacerle un monumento un día de estos en que los políticos no tengan mucho quehacer. Por ejemplo, entre almuerzo y almuerzo o entre manifestación y manifestación. Al juez del partido de ayer entre holandeses y españoles también. Sugiero que se coloque en Madrid, junto al edificio donde trabajan por el bien de España, Una, Grande y Libre, los señores y señoras que han pulido tras una ardua labor de cuatro años, el Estatuto que regirá de momento la vida política y económica de la gente que vive y trabaja en Cataluña, quienes, gran parte de ella agradecidas, hicieron piña juntándose en el corazón de Barcelona para darles las gracias con una efusión sin precedentes.

Ya puestos a hacer monumentos, nada mejor que dedicarle uno a la tripulación del barco con bandera de los Países Bajos que abordó ayer armados hasta los dientes, a la del bajel español que volaba por encima del oleaje de los procelosos mares que bañan el Cabo de Buena Esperanza. Abordaje, al que afortunadamente, tanto su timonel mayor, un tal del Bosque, como el resto de la tripulación, compuesta por expertos marinos curtidos ya en muchos de esos avatares y escaramuzas, repelió la agresión con la limpieza que su profesionalidad indiscutible nos mostró a todos los sufridos mirones que, contagiados de la electricidad que fluía en el ambiente, aguantábamos los calambres de nuestros músculos tensos y nos roíamos las uñas o dábamos histéricas chupadas a los ducados que sosteníamos con una mano, mientras que con la otra, arrimábamos a nuestro labios resecos la coca cola aliñada con caldo del marqués de Larios o mejunje de cebada malteada al estilo escocés.

No obstante, en tierra adentro, el tiempo que duró la refriega se hizo eterno. A las ocho y cuarto de la tarde, por donde yo estaba, hasta el aire se paró. Las banderas bicolores enseña otrora de nuestros barcos, colgaba lacias del palo mayor de los balcones, y mirando las hojas de los árboles tan en suspenso, con una temperatura que pasaba de los treinta y cinco grados y el asfalto recalentado, parecía que estábamos a punto de descender a los infiernos. Pero no, una y otra vez, ante las ciegas embestidas de los karatekas con patente de corso que pretendían hacerse con tan preciada presa, la agilidad nativa respondía con su buenas maneras habituales, desbarantando así una y otra vez las furiosas acometidas empeñadas en desarbolar al navío con pabellón peninsular.
Por fin, cuando parecía que iban a obtener su ya único propósito, que no era otro que dejar que el azar decidiera el resultado de la cruenta partida, el hábil disparo de un cañonero excepcional, ayudado en profundidad por sus compinches, dio al traste con la intentona de los bucaneros y envió su cascarón con ellos dentro, a las simas oceánicas para que hicieran compañía per século seculorum, al mísmisimo Tritón.

La explosión de adrenalinas que se produjo en ese instante mágico, es de las que harán historia. Hasta los más chicos, que se habían ido contagiando poco a poco de la tensión que había en los mayores, estallaron alborozados y, unos y otros, viejos y jóvenes, gordos y delgados, mujeres y hombres, calvos y melenudos, rubias y morenas, se unieron en un franco abrazo solidario como yo jamás había visto antes.
¡Gooooooooooooooool de España!